En el segundo domingo de Cuaresma, el Papa Francisco pidió que el pasaje bíblico de la Transfiguración del Señor “anima a todos los fieles a llevar la luz de Dios a los demás con actos concretos de amor y servicio”.
En su reflexión del Evangelio de la Transfiguración de Jesús, en la cual los apóstoles Pedro, Santiago y Juan “ven la luz de la santidad de Dios brillar en el rostro y la vestimenta de Jesús, imagen perfecta del Padre, se revela la majestad de Dios, la belleza de Dios, pero Dios es amor y entonces los discípulos han visto con sus ojos la belleza y el esplendor del Amor divino encarnado en Cristo. ¡Han tenido un anticipo del paraíso!”.
“Jesús está preparando a los discípulos para seguirlo hasta la Cruz en Jerusalén, donde su rostro será desfigurado y Él es la luz que orienta el camino, como la columna de fuego para el pueblo en el desierto”.
Explicó lo vivido por los apóstoles “traza también para nosotros un camino que lleva a Jesús; es en su escuela que aprendemos a reconocer su misma belleza en los rostros de las personas que caminan junto a nosotros cada día”.
“¡Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor a nuestro alrededor! Aprendamos a reconocerlos y llenemos nuestro corazón con ellos”.
“Y luego partamos, para llevar la luz que hemos recibido también a los demás, con las obras concretas del amor, sumergiéndonos más generosamente en nuestras ocupaciones cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad”, exhortó el Papa Francisco.
“La contemplación de las maravillas de Dios, la contemplación del rostro de Dios, del rostro del Señor, debe impulsarnos al servicio de los otros”.
“Podemos preguntarnos: ¿Sabemos reconocer la luz del amor de Dios en nuestra vida? ¿Lo reconocemos con alegría y gratitud en el rostro de las personas que nos quieren?”.
“¿Buscamos a nuestro alrededor signos de esta luz, que llena nuestro corazón y lo abre al amor y al servicio? ¿O preferimos los fuegos de paja de los ídolos, que nos alienan y nos encierran en nosotros mismos? La gran luz del Señor y la luz falsa y artificial de los ídolos. ¿Qué prefiero?”.
“María, que custodió en el corazón la luz de su Hijo, también en la oscuridad del Calvario, nos acompañe siempre en el camino del amor”.
16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.