Diariosinsecretos.com/ Ricardo Bravo
Ciudad del Vaticano.- Millones de fieles siguieron la Misa del Domingo de Resurreción en la Basílica de San Pedro, impresionantemente vacía por la Pandemia del COVID- 19.
El Papa Francisco precidio la homilía de éste día, que celebra la conclusión del drama de la pasión y la alegría inmensa de la resurrección de Jesucristo que sigue al dolor de su pasión y muerte.
Al término el Papa Francisco dió el mensaje Pascual y la Bendición Urbi et Orbi a la ciudad de Roma y al mundo, así como las indulgencias que se conceden en ocasión de la Resurrección.
Se escuchó la voz del Papá Francisco: Jesús a resucitado, verdaderamente ha resucitado y en esta hora en que la humanidad enfrenta la Pandemia del COVID-19 resuena la voz de la esperanza «Cristo mi esperanza ha resucitado».
Proclamó que Cristo es la victoria del amor y a él dirijamos nuestro espíritu para que sane las heridas de la sociedad desolada.
Recordó a las víctimas del Coronavirus y sus parientes, que no pudieron darles el último Adiós.
Pidió por los ancianos y los que viven con mayor vulnerabilidad como cárceles y hospitales.
Afirmó que ésta es una Pascua de Soledad, privados muchos de los afectos y del consuelo que brota de los sacramentos de la Confesión y la Reconciliación, pero el Señor no nos deja solos, El nos cubre con su manto, nos repite con fuerza » no temas aún estoy contigo».
Reconoció a los médicos y enfermeras que de forma extenuante luchan contra la Pandemia, incluso llegan al sacrificio de su salud.
También reconoció a las autoridades civiles y militares que se enfrentan día a día a la Pandemia y les mandó saludo afectuoso y su gratitud por su entrega a la humanidad.
Al pueblo de Dios les dijo que este tiempo de resguardo en sus hogares sirva para detener el frenético ritmo de vida.
Animó a las autoridades públicas para continuar luchando por el bien común » éste no es el tiempo de la indiferencia, sino de la unidad para enfrentar la Pandemia»
Pidió a qué los débiles no queden solos y reitero que esté no es el tiempo del egoísmo, sino de la solidaridad, y del surgimiento de la paz y la concordia entre las naciones, a hacer aún lado la indiferencia, la división, el olvido, para que no triunfe el miedo y la muerte sino dejar que Cristo entre en nuestras vidas.
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