Política en Movimiento
Angélica Beltrán
CDMX.- Tras la derrota aplastante que sufrieron PRI, PAN, y PRD, éstos antes que la reflexión sobre el porqué de la debacle electoral, han iniciado cada cual el cisma al interior; pues no administrarán la abundancia como creían, por el contrario pelearán las migajas.
En el capítulo poselectoral las otroras primeras fuerzas políticas no terminan por reconocer graves errores como olvidarse de los ciudadanos y menos, reconocen delitos cometidos como el robo a la nación.
Al margen de ello han optado por la pugna al interior. Las reflexiones les servirán poco en estos momentos en que se deciden las nuevas dirigencias nacionales de los tres partidos.
PRI, otro nombre, otras siglas
El caso más extremo es quizás el del PRI, cuyos jerarcas han considerado cambiarle nombre y logo al histórico partido, sin reparar en que el fondo es el que apesta; la esencia del PRI es la insostenible para el grueso de la población.
Así, en su cerrazón y la distorsión de responderse qué es lo malo del partido, la cúpula buscará abandonar la piel, con el cambio de nombre y logo. Pero eso no les resolverá nada si no cambian de fondo. Y como es notorio que no lo harán, el PRI está más enfilado a fenecer que a recuperar la vitalidad y el arraigo popular.
En este escenario la rebelión en el partido de los alineados ya comenzó, y fue desde las bases, las que a fuerza de tragar sapos sin hacer gestos ya comenzaron a vomitarlos, y eso fue en pleno consejo, cuando la cúpula optó por la continuidad, y ratificó a Claudia Ruiz Massieu como presidenta nacional del partido.
Esta rebelión es apenas el inicio del tsunami que les falta experimentar a los priistas, ahora al interior. Pues justo es decir que altos mandos, jerarcas y priistas de la élite cobrarán las facturas al duo que ha puesto prácticamente el último clavo al ataúd del tricolor, el duo Peña-Videgaray.
Larios encabeza la rebelión
El ex coordinador de la bancada del PAN en tiempos de Felipe Calderón, el jalisciense arraigado en Sonora, Héctor Larios, actual senador de la República, después de nueve años ininterrumpidos como legislador se ha apresurado a organizar a un grupo de gobernadores, los afines a la ex pareja presidencial Calderón-Zavala, para que lo apoyen en su nueva proyección política, dirigir el Partido Acción Nacional.
Recordemos que Larios Córdova es uno de los panistas más favorecidos de su partido. Coordinó la bancada albiazul en la 60 Legislatura, que entonces contaba con más de 200 legisladores, y aunque la cúpula no lo apoyó para ser candidato al gobierno del Estadi de Sonora en 2009, sí le dio la candidatura plurinominal para ocupar un escaño en el Senado de la República.
Larios Córdova es una de las últimas piezas del grupo calderonista que quedan en el PAN, ya que Margarita Zavala, entre otros pilares, desertó porque no logró mantener los privilegios de los que gozó en el partido cuando Felipe Calderón ocupó la presidencia de México de 2006 a 2012.
Esa cúpula que hoy busca dirigir el PAN a través de Héctor Larios es aquella que no sólo debilitó el poder ciudadano que en un tiempo tuvo el partido azul, sino que además agobió al pueblo mexicano en el sexenio de la guerra contra el narco o la guerra de Calderón contra los enemigos de El Chapo Guzmán, narcotraficante cobijado por el ex mandatario, como documentó Lydia Cacho en el libro Los Señores del Narco.
El cisma al interior del PAN ya comenzó con la competencia nada tersa que se verá entre quienes buscan dirigir al Partido, comenzando por el grupo calderonista que encabeza Héctor Larios, cuya bancada en el Senado se mostró más priista que panista, al respaldar en los últimos años la política de Emilio Gambo, coordinador del PRI.
PRD de vuelta a las calles
Los militantes del PRD que se queden en el partido, que cada vez adelgaza más sus filas, tendrá que recomenzar como en los orígenes, en que andaban por las calles, tocando de puerta en puerta para darse a conocer y dar a conocer la plataforma política.
Regresarán a las calles porque no supieron gobernar, y peor aún, actuaron en contra de los gobernados, como en el caso de los gobiernos de Guerrero y Morelos, cuyos mandatarios Ángel Aguirre y Graco Ramírez respectivamente, mostraron con creces que los gobiernos del PRD fueron más despiadados y ladrones que los del PRI, partido contra el que surgieron y al que combatieron.
Irónico, pero a los perredistas se le acabo el sueño y a los ciudadanos la pesadilla de los gobiernos del sol azteca. Los Chuchos con su corriente Nueva Izquierda contribuyeron a esa degradación, pues desde la dirigencia del partido les dio por vender las candidaturas al mejor postor, no las distribuyeron a los mejores perfiles y ahí el resultado, la debacle electoral.
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