Sin Secretos / Angélica García Muñoz
*Alumnos gritan; y la rectoraLilia Cedillo, advierte: ¡No nos doblegarán!
*¡Qué bonito desmadre se armó en la BUAP, señores!
El conflicto en la Facultad de Medicina estalló el 24 de febrero y sigue ardiendo: Estudiantes hartos cerraron accesos, gritando por más plazas para prácticas, internado y servicio social, mejores profesores y un campus sin violencia.
Un reclamo justo que destapa una mal estructural de las universidades públicas: La escasez de espacios en hospitales. Pero agárrense, que esto no es solo un pleito estudiantil: Hay manos negras que quieren desestabilizarla. ¿La sorpresa? La BUAP está más fuerte que nunca.
La rectora Lilia Cedillo, en el cargo desde 2021, soltó la bomba con esa calma que la caracteriza: “Atrás de este movimiento hay algunas manos que deberían avergonzarse de llamarse universitarios”.
Sin nombrarlos directamente, el radar apunta a Alfonso Esparza, exrector del 2013 al 2021, y su escudero Rodolfo Zepeda Memije. ¿Pruebas? Los propios alumnos lo señalan. Bueno, el tufo a revancha política se percibe y llega hasta Atlixco.
Esparza dejó la BUAP como su rancho: 177 millones en irregularidades según la Auditoría Superior (ASF), pagos a muertos incluidos.
Zepeda, su operador, reprimió estudiantes en 2015 tras Ayotzinapa.
Lilia Cedillo llegó a poner orden, y con cuentas limpias en 2023, parece que a algunos les cerraron la piñata y ahora quieren hundir el barco. Pero no contaban con una universidad sólida, como roca.
El paro es indefinido. Guillermo Vázquez de Lara renunció como director de Medicina el 25 de febrero, y Claudia Teresa Cedillo tomó las riendas como encargada de despacho.
La primera mesa de diálogo se frustró el pasado día 26 por pleitos entre alumnos, y ayer grupos bloquearon más unidades académicas, poniendo a la comunidad en alerta.
La BUAP respondió con fuerza: Desde este jueves con clases virtuales en CU, CU2, CCU y unidades de nivel medio y superior en la zona metropolitana; en Medicina, arrancan el 3 de marzo. Los Complejos Regionales siguen presenciales, y el Hospital Universitario y la Dirección de Apoyo y Seguridad no paran. “Garantizamos educación y seguridad”, dice la institución, pidiendo ojos en sus canales oficiales.
La Escuela de Enfermería no está en el foco directo, pero podría sumarse si el descontento crece.
Lilia Cedillo y Alejandro Armenta, mantienen una relación institucional, de respeto y mutua colaboración
El gobernador Alejandro Arment, se pronunció el pasado enero, por más matrícula en Medicina y Enfermería, aunque los recursos no dan para más. Cedillo insiste: “Las plazas dependen de la Secretaría de Salud”, y asegura que dio alternativas, pero el movimiento “toma otro sesgo ajeno a lo académico”.
Aquí, no se confundan: Los chavos tienen razón, más plazas y menos violencia, son derechos, no lujos. Pero hay quienes echan gasolina para sacar raja, soñando con doblegar a la BUAP. Cedillo no se dobla: “Vamos juntos y juntos estaremos”, y trae carácter para capotear buitres. ¿Esparza y Zepeda buscan venganza o el control perdido? Sin pruebas, es especulación, pero el caos les cae como anillo al dedo.
Error de cálculo: la BUAP no cede, está más sólida que nunca, con auditorías impecables y una comunidad que no se raja. Estudiantes, alzan la voz, y se advierte sean solo carne de cañón.
Y a las “manos negras”: La BUAP no es su juguete; si quieren desestabilizar, den la cara. Entre cuentas limpias y protestas legítimas, la verdad flota. ¿Se resuelve en las aulas o se destapa la cloaca? Usted, lector, ¿qué dice?

16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.
