Antonio Cuéllar M. / Diario Sin Secretos
El Arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, presidió la Misa en agradecimiento por la beatificación de Concepción Cabrera de Armida, laica, mexicana, madre, esposa, viuda, abuela, que le recordó al mundo que no hay Salvación sin Cruz.
En su homilía, Monseñor Sánchez reflexionó acerca del Libro de los Apóstoles, y señaló que “la alegría de la Pascua continúa hasta que en unos días más celebremos la asunción de Jesucristo al Cielo, y la venida del Espíritu de Jesús a su Iglesia, entonces clausuraremos estas fiestas pascuales, que son las más hermosas de la Iglesia”.
“La Primera lectura que se escuchó fue la de Hechos de los Apóstoles, donde describe la alegría de los paganos y judíos de ser ahora todos de Cristo al escuchar la predicación de los apóstoles Pablo y Bernabé”.
“Cuando judíos vieron una concurrencia tan grande se llenaron de envidia, empezaron a contradecir a Pablo con palabras injuriosas, entonces Pablo y Bernabé, predicaron con valentía a ese Cristo crucificado y resucitado”.
“Pablo y Bernabé se fueron a Antioquía en donde siguieron exhortando a la gente a permanecer fieles a la gracia de Dios, y los apóstoles siguieron su caminar siendo siempre confiados en Cristo Resucitado”.
Luego habló de la segunda lectura, que se refiere a la visión apocalíptica del Apóstol San Juan, y señaló que “se describe a la muchedumbre de personas de la comunidad que alcanzaron la Salvación”.
“Juan, se pregunta quienes son éstas personas y él mismo se responde, son individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y naciones, de todas las razas y lenguas, van vestidos con una única blanca, llevan palmas en sus manos, son los que han pasado la gran tribulación, y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero por eso están ante el trono de Dios y ante el Cordero”.
“Dice Juan que son miles y miles, millones y millones de personas que ya gozan de la presencia del Señor, y eso a propósito de que hoy que celebramos la alegría, la beatificación de Concepción Cabrera de Armida, una mujer, una laica, una madre de familia, quiere decir que la Santidad la pueden alcanzar todos”.
“La Santidad, es una realidad, porque Cristo el Señor nos ha merecido alcanzar la Santidad, pero nosotros tenemos que ganarnos esa Salvación con obras buenas, nos tenemos que hacernos merecedores de lo que Dios nos ha merecido, como Conchita, y todos los santos que están en los altares y les llevamos una veladora, y los consideramos modelos de vida y Santidad. Por eso, es posible ser santo, es más es nuestra vocación, primero la Santidad, y luego la vocación a la que Él nos ha llamado, a la vida religiosa, al matrimonio, a la vida laical”.
“Esta laica, nos dejó 5 obras de la Cruz, y una gran cantidad de familias religiosas que ahora sirven a la Iglesia”, concluyó su reflexión.
Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, dando la bendición a miles de fieles que abarrotaron la catedral de Puebla.
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