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Puebla de Sabores

Barrio de la Luz; el Barrio de los Alfareros Poblanos

Barrio de la Luz; el Barrio de los Alfareros Poblanos
Barrio de la Luz; el Barrio de los Alfareros Poblanos

PoblanosDestacados.com|03|marzo|2021.-Recibe su nombre del templo dedicado a Nuestra Señora de la Luz. La iglesia fue construida en la calle de Tepetlapan que quiere decir Lugar Junto al Cerro. Fue según los historiadores en el año de 176 cuando don Manuel del Toro comenzó la edificación del templo el cual tardó treinta y dos años en finalizarse. La imagen de la Virgen de la Luz fue traída de Tecamachalco por el Jesuita José de la Maza. Siendo su fiesta patronal el 25 de mayo.

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El Barrio de la Luz creció en población y pronto fue muy visible la necesidad de un puente que permitiera la comunicación entre él y la ciudad. El puente resultante fue bautizado más de 6 veces y entre los nombres que alguna vez llevó figuraban: Puente de las Bubas, Puente de Apresa, Puente de Carrillo y Puente del Toro, entre otros.
La alfarería es el arte de elaborar objetos de uso cotidiano, mediante barro o arcilla. Usualmente se usan las manos para darle forma a los diversos utensilios; buscando perfeccionar el proceso y hacerlo rentable para su comercialización.


El Barrio de la Luz es uno de los más antiguos de la ciudad de Puebla, en donde sigue latente la práctica de la alfarería, la cual tuvo su origen en la época prehispánica.
Se dice que López es el apellido del primer artesano poblano que se inició en la práctica de la alfarería en la ciudad de Puebla y, ese es justamente el que portan todos los alfareros que integran el Centro Alfarero del Barrio de la Luz, una cooperativa conformada por 15 artesanos, quienes entre sí tienen nexos familiares.

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Así lo asegura Genaro López García, secretario de este centro, quien destaca que desde hace 50 años es alfarero. Fue su padre, Ramón López Álvarez, quien ahora tiene 86 años de vida, el que le enseñó esta disciplina, y a éste a su vez, su abuelo, Pedro Álvarez.
Genaro tiene tres hijos, pero solo uno aprendió su oficio, aunque le gustaría que todos le imitaran.
Este oficio viene de generación en generación y en este lugar, en el Barrio de La Luz, los prehispánicos le llamaban Tepetlapan, (palabra náhuatl cuyo significado es “Lugar de Tierra”), se asentaron los primeros artesanos. Entre ellos el primero que se apellidaba López; “no sabemos si hay nexos o si somos familiares, pero tenemos el mismo apellido”.
Con muy pocas variaciones, los alfareros aún conservan técnicas y procedimientos de sus antepasados, que datan desde la época prehispánica. A la fecha pocos son los cambios que se han registrado; sin embargo, eso les ha permitido crear vajillas, incorporar nuevos colores y como novedad, ponerles nombre.

         

La mejor época de venta es en septiembre y octubre porque es cuando se venden de mayoreo candeleros y sahumerios para la celebración de Todos Santos, en Semana Santa es cuando bajan mucho las ventas.

En este barrio poblano, los alfareros fueron reconocidos por armar piezas de loza con barro, una técnica conocida como greta. Esta técnica consiste en incorporar el sistema de vidriada a las piezas. A partir de ese momento, la loza producida por estos alfareros obtuvo todavía más reconocimiento del que ya gozaba.
Además, las piezas de este lugar fueron ligadas intrínsecamente con un platillo de la gastronomía de Puebla: el mole. Por ello, durante los siglos XVII y XVIII se acuñó una frase popular:
“De la Puebla, el jabón, la loza y no otra cosa”


Actualmente la mayoría de los talleres de alfarería se encuentran en la Calle de Carrillo. En estos se hacen productos artesanales que requieren de un arduo trabajo en equipo. Las principales artesanías que se elaboran son las cazuelas para mole, los candeleros y ahumadores que son usados en día de muertos. Sin embargo, cada vez son menos las personas que compran estos productos, pues comenzaron a sustituirlos por otros hechos con plástico y aluminio. También se pueden encontrar tradicionales hornos de leña en donde el barro se cuece a altas temperaturas como paso final de este procedimiento.
Expresa que “aunque reciben apoyo de las autoridades, se necesita un mayor respaldo para su difusión ya que no les conviene vender de mayoreo porque son pocos sus dividendos, es mejor por pieza. Informa que la pieza que más venden es la cazuela para el mole poblano, asegura que para su fabricación siguen técnica que se aplica desde hace 200 años”.
Explicó que “una cazuela puede llevarle una semana para terminarla en crudo, entre el secado y el acabado, pero en época de lluvias tarda hasta un mes para que se pueda secar y mes y medio para que la tenga terminada”.
El barro que usa proviene del municipio de Amozoc, pero antes lo traía del cerro de Guadalupe.

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