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Este 22 de febrero, inicia la Cuaresma con el signo de la ceniza, la cual evoca que somos
mortales: “recuerda que eres polvo y al polvo has de volver”; por tanto, al recordar que vamos
a morir, nos motivemos a no tardar en cambiar de vida y volver a Dios.
El uso de la ceniza en la cabeza, como signo de penitencia, tiene origen bíblico, ya el libro de
Judit 9,1 narra como ella hizo penitencia vistiendo ropas incómodas y poniéndose ceniza en la
cabeza. La penitencia se realiza como signo de humildad, para pedir perdón a Dios por los
pecados o para suplicarle una gracia.
La ceniza se elabora quemando las palmas benditas del Domingo de Ramos del año pasado,
además quemando estampas, misales y algunas vestiduras litúrgicas que ya no están en buen
estado. Posteriormente la ceniza se bendice y se pone a disposición de los fieles para que
acudan al templo a recibirla.
Cualquier persona que está bien dispuesta a vivir el camino cuaresmal puede recibir el signo de
la ceniza, así como cualquier persona la puede imponer a los demás fieles; también puede ser
lleva a los enfermos a través un algún familiar.
AYUNO Y ABSTINENCIA
El miércoles de Ceniza y el viernes Santo son días de ayuno y abstinencia. En cuanto a la
abstinencia, es importante señalar que todos los viernes del año son días de abstinencia de
carne, pero esta penitencia se puede conmutar por otros actos, como buenas obras, oración u
otros actos de piedad. Están obligados a la práctica de la abstinencia los mayores de 14 años
de edad. El ayuno, por su parte, se cumple al disminuir la ingesta del día. Obliga a mayores de
18 y menores de 60.
Los enfermos no están obligados a practicarla. La Iglesia propone el ayuno como una práctica
de penitencia para fortalecer la voluntad, como sacrificio a Dios; también para que, al
experimentar el hambre, podamos recordar el hambre del alma por Dios; pero sobre todo, para
comprender el hambre del hermano pobre y ser solidarios con ellos.
LA CUARESMA
La cuaresma es un tiempo que consta de 40 días de penitencia y su objetivo es prepararnos
para la celebración de las fiestas principales de los cristianos: La pasión, muerte y resurrección
del Señor. Durante este tiempo, acompañamos a Jesús, quien estuvo en el desierto por 40 días
en oración y ayuno para fortalecerse espiritualmente e iniciar su misión. Así los católicos
estamos invitados a vivir el tiempo de cuaresma en un ambiente de mayor silencio y el esfuerzo
por superar nuestros apegos. Se trata además de un tiempo de conversión en el que la Palabra
de Dios nos llama a renunciar al pecado para vivir una nueva vida. El color litúrgico de este
tiempo es el morado, que significa preparación y penitencia.
Finalmente, en estos días, la Iglesia hace un llamado a vivir la cuaresma como tiempo de
oración, caridad, ayuno y abstinencia; prácticas que nos ayudan a elevar nuestro espíritu y
aspirar al Reino de los Cielos
16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.