El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el martes 2 de junio una orden ejecutiva “para promover la libertad religiosa internacional”, después de visitar el Santuario Nacional de San Juan Pablo II en Washington DC.
La orden llama a la libertad religiosa “un imperativo moral y de seguridad nacional” y la declara “una prioridad de política exterior de los Estados Unidos”.
La orden exige un compromiso “sólido” con organizaciones cívicas en otros países, y también pide al Secretario de Estado, Mike Pompeo, en consulta con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que desarrolle un plan para “priorizar” la libertad religiosa en la política exterior y asistencia extranjera. La libertad religiosa internacional también formará parte de la diplomacia estadounidense.
También exige un presupuesto de al menos 50 millones de dólares para programas que ayuden a sofocar la violencia religiosa, la persecución en el extranjero y para proteger a las minorías religiosas.
Según un alto funcionario de la administración, la orden ejecutiva se basa en el discurso de Trump a los líderes mundiales en septiembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), donde llamó a los países a “poner fin a la persecución religiosa”.
“Paren los crímenes contra las personas de fe. Liberen a presos de conciencia. Deroguen leyes que restrinjan la libertad de religión y creencias. Protejan a los vulnerables, los indefensos y los oprimidos”, dijo Trump en septiembre.
La orden del martes 2 de junio, según el funcionario, implementa esa visión de la libertad religiosa internacional en la política exterior de Estados Unidos.
Trump firmó la orden después de visitar el santuario de Juan Pablo II en el noreste de Washington DC, donde colocó una corona de flores ante una estatua del Papa San Juan Pablo II. La colocación de la corona conmemoraba el centésimo cumpleaños del santo, que ocurrió el 18 de mayo, según la consejera del presidente Kellyanne Conway.
La visita al santuario se produjo en medio de disturbios nacionales generalizados y conflictos por la respuesta de Trump a las protestas, incluida una aparición controvertida en la iglesia episcopaliana de San Juan el lunes por la noche. Trump caminó hacia la iglesia, después de que la Policía despejó una plaza de manifestantes y medios de comunicación, supuestamente usando bombas de humo o gases lacrimógenos, junto con proyectiles no letales, en lo que los manifestantes han descrito como una muestra de fuerza.
Esa aparición se produjo inmediatamente después de que Trump dijo que desplegaría al Ejército para sofocar disturbios si lo consideraba necesario, un anuncio cuya legalidad ha sido cuestionada desde entonces.
El santuario dijo que la visita del 2 de junio de Trump fue planeada mucho antes de las controversias recientes.
Un portavoz del santuario dijo que la Casa Blanca “originalmente programó esta [visita] como un evento para que el presidente firmara una orden ejecutiva sobre la libertad religiosa internacional”. El presidente firmó la orden el martes después de la visita, en lugar de hacerlo en el santuario.
El Arzobispo de Washington DC, Mons. Wilton Gregory, dijo el martes por la mañana, justo antes de la visita de Trump al santuario, que le pareció “desconcertante y reprensible que cualquier instalación católica permita ser tan atrozmente usada y manipulada de tal manera que viole nuestros principios religiosos, los cuales nos llaman a defender los derechos de todas las personas, incluso aquellas con quienes podríamos estar en desacuerdo”.
El Papa Juan Pablo II, continuó Mons. Gregory, “no toleraría el uso de gases lacrimógenos y otros elementos de disuasión para silenciarlos, dispersarlos o intimidarlos para una oportunidad de tomar fotos frente a un lugar de culto y paz”.
Robert Nicholson, presidente del Philos Project (cuyo objetivo es fomentar y defender la participación religiosa en el Medio Oriente) dijo el martes 2 a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que si bien el momento de la visita al santuario del presidente “fue inoportuno y desafortunado”, está “agradecido de que Estados Unidos haya liderado la campaña por la libertad religiosa en todo el mundo”.
“Necesitamos más religión en este mundo, no menos. En un momento en que reina el caos y la humanidad yace enredada en cadenas de su propia creación, la necesidad de tener fe en la verdad trascendente se vuelve aún más clara. La supresión de la religión no detiene el impulso religioso. Con el impulso de adorar, los hombres serán nuevos dioses de raza y estado”, agregó Nicholson.
“La crisis que estamos presenciando hoy en Estados Unidos se basa en última instancia en una pérdida de cultura moral compartida, un vocabulario común de verdad sobre el cual se construye el resto de la sociedad”, añadió.
También aseguró que “la libertad religiosa internacional es la causa de todas las causas”, y “representa el principio del libre pensamiento que Dios construyó en el mundo, un componente clave del imago Dei”.
“Si hay una sola causa que deberíamos promover, y promocionar incansablemente, es esta”, dijo.
Durante la visita a la iglesia episcopaliana de San Juan, Trump levantó una Biblia frente a las cámaras en una aparente sesión de fotos. La iglesia había sufrido daños por incendios durante las protestas del domingo por la noche.
Según Washington Examiner, la policía dispersó a las multitudes alrededor de la ubicación de la iglesia poco antes de que Trump la visitara, supuestamente para imponer un toque de queda a las 7 de la noche declarado por el alcalde de Washington DC, Muriel Bowser.
Sin embargo, el medio informó que las protestas en las áreas cercanas continuaron mucho después del toque de queda y que los manifestantes alrededor de la iglesia fueron expulsados para dejar espacio para la visita del presidente.
Conway dijo a los periodistas que le informaron de que “había un plan para expandir el perímetro” de la policía en el área, y que Trump no sabía “cómo la policía está manejando sus movimientos”.
Además, dijo que la firma de la orden de libertad religiosa, junto con la visita al santuario y la reciente orientación de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos sobre la reapertura de las casas de culto, es parte de “una continuidad bastante consistente para este presidente en la defensa de los derechos religiosos”.
“Creo que es muy desafortunado para las personas de fe cuestionar lo que hay en el corazón de alguien, incluido el del presidente, lo que lo obliga a ir a San Juan y a sostener su Biblia”, concluyó Conway.
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