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Internacional

Se cerró el féretro De Francisco, queda el recuerdo de su rostro compasivo

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*Miles de fieles pasaron en silencio ante su cuerpo durante tres días de luto y oración. Hoy se cerró el ataúd del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, mientras el mundo se prepara para despedirlo en un funeral histórico este sábado. Su legado, sin embargo, ya camina por su cuenta.

Sin Secretos / Angélica García Muñoz

Durante tres días, la Basílica de San Pedro fue el corazón del silencio. Desde el martes 22 hasta este viernes 25 de abril, miles de fieles llegaron desde todos los rincones del mundo para despedirse del Papa Francisco. Allí, frente al altar mayor, descansó su cuerpo dentro de un féretro de ciprés, sin ostentación, con una cruz sencilla y una copia del Evangelio. Fue su último gesto: humilde, directo, profundamente cristiano.

No hubo triple ataúd. No hubo catafalco elevado. No hubo mitra de oro ni anillo del pescador. Solo oración, recogimiento, y una basílica que acogió a más de 150 mil personas en apenas tres días. Entre ellos, muchos venían con una historia personal marcada por las palabras o los gestos del Papa que, desde su primer “Buona sera”, se identificó como “obispo de Roma”, no como príncipe de la Iglesia.

Durante estas jornadas, la liturgia fue suave, casi íntima. Rosarios, cantos gregorianos, presencia discreta de la Guardia Suiza y un constante murmullo de oración. La capilla ardiente cerró este viernes por la tarde, mientras el sol descendía sobre la cúpula de Miguel Ángel. Fue el cierre de un capítulo. Y el principio de su memoria.

Un funeral con alma franciscana

El funeral se celebrará este sábado 26 de abril a las 10:00 a.m. (hora de Roma), en la Plaza de San Pedro, presidido por el cardenal Giovanni Battista Re. La ceremonia será solemne pero sencilla, como Francisco deseó. Los títulos honoríficos se omitirán en la liturgia. No se dirá “Santo Padre”, sino “pastor”, “servidor”, “discípulo”.

El ataúd no será enterrado en las grutas del Vaticano, como manda la tradición. Francisco pidió ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, a los pies de la Virgen “Salus Populi Romani”, a la que rezaba antes y después de cada viaje. Allí, descansará el papa peregrino, el papa de las periferias, el que pidió “una Iglesia pobre para los pobres”.

El eco de su legado

A lo largo de su pontificado, Francisco no reformó solo estructuras, sino también corazones. Redefinió el rol del papado con gestos que hablaron más que documentos: lavó los pies de migrantes, se negó a vivir en el palacio apostólico, abrazó a enfermos desfigurados y abrió las puertas del Vaticano a los sin techo.

Reformó el lenguaje eclesial, cambió el tono del poder. Redujo el beato, insistió en el diálogo interreligioso, enfrentó a mafias y defendió a la Tierra como casa común. Fue un papa incómodo para muchos, pero cercano a los que nunca se habían sentido parte.

Una despedida que no es final

Este sábado, junto a más de 200 delegaciones internacionales, líderes políticos y religiosos se reunirán para el adiós. Pero lo más importante no estará en la primera fila, sino en los rostros anónimos que llenarán la plaza. Esos que escucharon a Francisco decirles que “Dios no se cansa de perdonar” y que “la ternura es la forma más fuerte del amor”.Y aunque mañana se apague la campana y cierre el rito, su eco seguirá vibrando en las periferias del mundo. Porque ese fue, es y será siempre su lugar.

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