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San Francisco de Asís, de ser miembro de una familia de mucho dinero, lo dejó todo para ir en busca de Cristo, y padeció sus dolores y abrazó la pobreza, identificando a Dios en el orden y belleza de la naturaleza.
Foto Especial
El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, actual Papa Francisco, adoptó el nombre del santo al asumir el pontificado, y lo llamó “hombre de armonía y paz”.
Este 4 de octubre, la Iglesia Católica festeja a este santo que nació en Asís (Italia) en 1182. Su padre fue un rico comerciante y, por lo tanto, Francisco asumiría el negocio familiar. De joven gozó de sus bienes en un ambiente de ostentación y frivolidad, hasta que se vio obligado a ir a la guerra, cayendo prisionero, y su salud empezó a mermar. Fue en ese tiempo cuando escuchó en su interior: «sirve al amo y no al siervo’’.
Su estado físico precipitó el retorno a casa y allí, en contacto con la naturaleza y en el redescubrimiento de la oración, poco a poco fue entendiendo que Dios quería algo más de él.
Francisco comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, muchos de ellos leprosos. Con frecuencia les llevaba algo de comida y abrigo, hasta que decidió regalarles sus propios vestidos y su dinero. Algo nuevo crecía en su corazón y era muy distinto a cualquier cosa que hubiese probado antes: su espíritu empezaba a tener paz, aun rodeado de pobreza, viviendo humildemente y con el corazón tocado por el dolor de los demás.
San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con solo 44 años de edad. Su figura e influencia en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no tienen fe o no son parte de la Iglesia católica reconocen en él a una persona extraordinaria. Parte de esa influencia hoy permanece intacta, por ejemplo, en el amor a la naturaleza, en particular el cariño por los animales. Por otro lado, Francisco sigue presente en muchos detalles y costumbres que evocan sencillez y grandeza: a él se le atribuye haber iniciado la tradición de armar el «belén», «el pesebre» o «nacimiento», en el hogar, durante los días de Navidad.
Oración de San Francisco de Asís: Señor Hazme un Instrumento de tu paz
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde hay desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna
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