Especial / Diariosinsecretos.com
- 2020, un año perdido: Inflación elevada (3.17% junio), encarecimiento de los 33 productos de consumo obligado (+ de 80%), más de un millón de empleos perdidos por el Covid-19, caída del consumo privado (2.84%), pérdida de confianza de los consumidores (13.2%) y decrecimiento económico (10.5%).
- La pandemia del Covid-19 aumentó la ansiedad y la incertidumbre que promueven un estilo de vida estresante en la población mexicana, que les demanda jornadas laborales extenuantes y no respeta horarios.
- La demanda define la oferta. El pequeño comercio está comprometido con sus clientes a ofrecer productos confiables a precios accesibles, de marca, que garanticen inocuidad sanitaria, una adecuada distribución y un tiempo justo en el anaquel que evite caducidad.
Ciudad de México.- Ante la complicada situación económica que enfrentan, por su bajo poder adquisitivo derivado del confinamiento y el desempleo, las familias mexicanas en la era Covid-19 tienen menos dinero para adquirir sus alimentos básicos, que en algunos casos se han encarecido en más de un 80% en lo que va del año según los monitoreos de mercado realizados en el canal de abasto tradicional por la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).
“Pareciera una broma de mal gusto que en este contexto surjan voces que impulsen la idea de aumentar los impuestos a productos de alto consumo que forman parte de la canasta básica y que en pleno ojo del huracán pretendan anteponer agendas políticas y fobias personales con la insana intención de buscar endosar culpabilidades por la alta mortalidad del Covid-19 en lugar de concentrarse en encontrar una estrategia integral que atienda la verdadera urgencia de salud pública que enfrentamos los mexicanos: controlar efectivamente la pandemia del Covid-19”, comentó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
La principal preocupación que tenemos los mexicanos es cómo vamos a reactivarnos económicamente, a conseguir empleo, a tener ingresos, a recuperar nuestro poder de compra para satisfacer las necesidades de nuestras familias, este es el punto. La premisa es clara: primero ser y luego cómo ser. La tarea inmediata es salir del atolladero del Covid-19.
El pequeño comercio está comprometido con sus clientes a ofrecer productos que garanticen innocuidad sanitaria y un consumo confiable, productos que atiendan todos los requisitos que exige Cofepris y las autoridades sanitarias para su elaboración, almacenaje y distribución, elaborados con insumos de calidad, regulados y supervisados. El pequeño comercio fortalece a la formalidad al vender productos de marca registrada que desde luego pagan impuesto.
Buscar cambiar el tema de la conversación no resultará, no salvará de responsabilidades a nadie, ya que llegará el día en que el pueblo mexicano haga sus cuentas, sume, reste y califique el manejo gubernamental de la emergencia sanitaria del Covid-19.