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La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), se pronunció nuevamente que es “moralmente aceptable” recibir vacunas contra la COVID19 producidas a partir de líneas celulares de fetos abortados, si es que no hay una alternativa posible, esto, tras de que la FDA, aprobó la vacuna de Johnson & Johnson.
Lo anterior propone como línea de emergencia ante la pandemia la utilización de cualquier vacuna anti COVID-19, sin importar su origen, hasta que la persona pueda elegir el biótico, mismo que debe ser uno, que no tenga conexión con el aborto, tal como se ha pronunciado la Pontificia Academia para la Vida al indicar que los católicos deben promover vacunas fabricadas sin líneas celulares de fetos abortados.
En tanto que el 17 de diciembre de 2020, el Papa Francisco aprobó la declaratoria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el que plantea que es «moralmente aceptable utilizar vacunas anti-Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».
“En el caso de la actual pandemia todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces pueden utilizarse con la certeza de que el recurso a esas vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se derivaron las células de las que se produjeron las vacunas”;Tal postura deja en liberta a los católicos a actuar en conciencia.
La controversia de opiniones de los Obispos católicos de los Estados Unidos surge nuevamente con la llegada y aprobación en ese país de la nueva vacuna Janssen/Johnson & Johnson, que usó el elemento PER.C6, que de acuerdo a la revista Science es “una línea celular de Janssen, subsidiaria de Johnson & Johnson, desarrollada a partir de células de la retina de un feto de 18 semanas abortado en 1985”.
Mientras que las vacunas de Pfizer y Moderna, con el elemento mRNA, tienen conexión extremadamente remota con el aborto en las fases de diseño y prueba.
En tal sentido, los expertos en ética las consideran “éticamente no controvertidas”.
Mons. Kevin Rhoades, Obispo de Fort Wayne-South Bend, y por el Arzobispo de Kansas City, Mons. Joseph Naumann signaron en su declaratoria que:
“Si se puede elegir entre vacunas seguras y efectivas contra la COVID19, debe elegirse aquella con menor conexión a una línea celular vinculada al aborto”, dice la declaración de los obispos. “Por ello, si se puede elegir una vacuna, se debe elegir la de Pfizer o Moderna en vez de la de Johnson & Johnson”.
Tal postura fue reiterada por Mons. Michael Duca, Obispo de Baton Rouge, mediante una carta a sus fieles sobre el tema el 1 de marzo.
En contraposición el Obispo de San Diego, Mons. Robert McElroy, escribió el 3 de marzo: “sobre la cuestión moral y pastoral concreta de recibir las vacunas Pfizer, Moderna, Johnson y Johnson o de Astra-Zeneca, quiero dejar en claro a las comunidades católicas de San Diego y los condados Imperial, que en el momento de la pandemia actual, con opciones limitadas de vacunas disponibles para lograr la curación de nuestra nación y nuestro mundo, es moralmente legítimo recibir cualquiera de estas cuatro vacunas y reconocer, como el Papa Francisco ha señalado, que al recibirlas estamos mostrando verdaderamente amor por nuestro prójimo y nuestro Dios”.
En contraparte la revista jesuita America publicó el 2 de marzo un artículo con comentaristas católicos afirmando que «no es útil” que la USCCB y otros obispos digan a la gente qué vacuna pueden recibir, y afirmando que los católicos deben sentirse cómodos con la vacuna que les ofrezcan.
Una de las ventajas de la vacuna de Johnson & Johnson es que no necesita refrigeración especializada y puede aplicarse con una sola dosis, haciéndola más atractiva para algunos profesionales de la salud. En contraste, las vacunas de Moderna y Pfizer sí requieren refrigeración especial, pero no usan líneas celulares de fetos abortados.
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