*Es patrono de la Ciudad de México.
Por Ismael Rojas Cuéllar / Diario Sin Secretos
San Felipe de Jesús, fue el primer mártir mexicano. Perteneció a la Orden de los franciscanos, en Manila. Al venir a México para ser ordenado sacerdote, a los 21 años de edad, el barco en que viajaba naufragó. Fue martirizado y crucificado junto con otros 25 compañeros. Murió diciendo él nombre de Jesús.
Fue el mayor de 11 hermanos, tres de ellos siguieron la vida religiosa.
El 5 de febrero de 1596, 26 cristianos fueron colgados con argollas de hierro en el cuello en las cruces que se instalaron en una colina, y los ultimaron clavándoles lanzas.
Fue beatificado por la Iglesia Católica junto con sus compañeros, el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8 de julio de 1862.
Su nombre de pila fue Felipe de las Casas. Nació en la ciudad de México, en mayo del año 1572. Sus padres, inmigrantes españoles: Antonio, toledano de Illescas y Antonia, andaluza de Sevilla. Le dieron buen ejemplo.
En su niñez era tan inquieto y travieso que cuando decidió irse al convento de Puebla para hacerse franciscano, su aya (El que se encargaba al cuidado de los hijos), comentó: «Eso será cuando la higuera reverdezca». Aludiendo a una higuera seca que había en el patio de la casa. Llegó al convento de Puebla, donde residía el Beato Sebastián De Aparicio. En efecto, Felipe duró muy poco allí. No resistió aquella vida y regresó a su casa.
Ejerció entonces el oficio de platero sin mucho éxito. Cuando había cumplido 18 años, su padre, Alonso de las Casas, lo envió a las Islas Filipinas a probar fortuna. Allí se estableció en la ciudad de Manila. Al principio estaba deslumbrado por la vida mundana, pero pronto sintió de nuevo la llamada del Señor: «Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme» (Mt.16,24). Felipe entró con los franciscanos de Manila. Esta vez ya había madurado y su conversión fue de todo corazón. Cambió su nombre al de Felipe de Jesús. Estudiaba, atendía a los enfermos. Todo lo hacía con la dedicación de un hombre que vivía para Jesús.
En 1596 sus superiores le anunciaron que ya se podía ordenar sacerdote. Como no había obispo en Filipinas, la ordenación sería en México, su ciudad natal, junto con su familia y amistades de infancia. Con ese fin se embarcó en el galeón San Felipe, con Fray Juan Pobre y otros franciscanos; pero una gran tempestad desvió el barco hasta que naufragó en las costas del Japón. Felipe interpretó su naufragio como una dicha. Podría entregarse más a Cristo por la conversión del Japón.
Fue beatificado, juntamente con sus compañeros mártires el 14 de septiembre de 1627.
Canonizados el 8 de junio de 1862 por el papa Pío IX. Una de las dos iglesias romanas dedicadas a la Virgen de Guadalupe, en la Vía Auerlia, 677, lo tiene por segundo titular.
Es patrono de la ciudad de México y de su Arzobispado.