DiarioSinSecretos.com / Angélica García Muñoz
Un nuevo beato para la Iglesia Católica, el MSpS Moisés Lira Serafín, originario de Zacatlán, Puebla, será beatificado el próximo 14 de Septiembre en la Basílica de Guadalupe, cuyo testimonio fue vivir con alegría a pesar de los sufrimientos físicos que padeció, y cumplir con su misión apostólica a pesar de la persecución religiosa de su tiempo.
Es recordado por su dedicación a la dirección espiritual y la confesión, cualidades en su ministerio por las que era buscado por miles de fieles, y por las que se santificó.
En los diferentes centros de la Familia de la Cruz en el país se organizan para estar presentes en la ceremonia solemne que se realizará en la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, y en donde se leerá el decreto firmado por el Papa Francisco, promulgando la beatificación del MSpS Moisés Lira Serafín.
El milagro de Dios por intercesión del padre Moises Lira Serafín:
El caso por el cual el sacerdote será beatificado es por un suceso ocurrido en en San Felipe, Guanajuato, en el 2004, que se refiere a la “curación milagrosa de una hidropesía fetal no inmune (HFNI)”, una afección particularmente grave que hace incapaz al cuerpo para manejar líquidos, problema muy grave que ponía en riesgo la vida de una bebé, antes y después de nacer Este tipo de hidropesía fetal, el más común, deriva en la muerte de los bebés, puede ocasionar delicados problemas de tipo genético, daño cerebral o el desarrollo de patologías más complejas”.
El milagro ocurrió cuando, “los primeros síntomas fueron detectados a la mamá en la semana 18 del período de gestación, en las semanas 22 a 24 se realizó el diagnóstico oficial de la afección en el bebé”, por lo que la familia se encomendó al sacerdote, “y en la semana 26, cuando se le realizó una nueva valoración médica, se descubrió que la bebé estaba perfectamente sana, hoy es una adolescente”, fueron los testimonios recabados.
Pese a la persecución religiosa confesaba y celebraba la Eucaristía
En 1923 fue nombrado “maestro de casas del noviciado”, actividad que alternó con el apostolado que realizaba fuera del noviciado, ya fuera confesando o celebrando la Eucaristía. Fue entonces cuando acuño la frase “Es necesario ser muy pequeño, para ser un gran santo”, que vendría a ser como la síntesis de su itinerario de santificación.
En 1923, estuvo al borde de la muerte al contagiarse de viruela hemorrágica, en las visitas que realizaba a los soldados enfermos en el Lazareto de Tlalpan.
En 1926, cuando se intensificó la persecución religiosa y con ello también el ministerio apostólico de este sacerdote, no paraba de confesar y celebrar la Eucaristía en casas particulares, y llevaba la comunión a los enfermos.
1934, fundó a las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada.
En 1948 , llegó a Puebla como superior de la comunidad. Su estado de salud era delicado, sin embargo, continuó con su ministerio sacerdotal en la dirección espiritual, retiros espirituales, ejercicios, atención a los acólitos, entre otras actividades de beneficio a los más necesitados.
1950, sufrió el primero de varios derrames cerebrales, que meses más tarde serían el motivo de su muerte, y en ese mismo año -el 28 de mayo, día de Pentecostés- , el P. José Quezada, M.Sp.S., le administró la unción de los; y posteriormente, recibió los últimos auxilios para irse a la Casa del Padre. Murió a las 6:05 p.m. en el Sanatorio Rougier, de la Ciudad de México.