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La presidenta Kari Pérez Popoca inauguró la exposición Todo se transforma, El Arte del Barro Policromado del artista Geovanni Mercado Morgan, donde a través de estas figuras se muestra la evolución en los colores y trazos de la cerámica en el municipio. #ValoresQueHacenGobierno
La arcilla multicolor se elabora en Izucar de Matamoros, Puebla, cuna de las populares esculturas mexicanas del Árbol de la Vida; los candelabros y quemadores de incienso decorados con finas líneas que casi parecen filigrana son los elementos más conocidos de este estilo alfarero. Otras piezas realizadas en la zona con el mismo estilo decorativo incluyen esqueletos caprichosos que realizan diferentes acciones, candelabros surtidos y calaveras decoradas con flores y animales. Arcilla multicolor de la historia de Izucar Izúcar de Matamoros está ubicado en un fértil valle en la esquina sureste del estado de Puebla. Su nombre prehispánico era Itzoacán que en náhuatl significa el lugar del pedernal. Los primeros habitantes conocidos de la zona fueron los olmecas; Cerca se han encontrado restos de cerámica de 2500 años de antigüedad. En el momento de la llegada de los españoles, Itzoacán era una gran ciudad poblada por mixtecos subyugados a los aztecas a quienes pagaban un tributo al algodón. Tenía un gran mercado y era una encrucijada entre muchas rutas comerciales. Izúcar fue tomado por los españoles a principios de la conquista y en 1521 fue entregado como encomienda a Pedro de Alvarado. Los dominicos encargados de la evangelización del pueblo fundaron una pequeña iglesia en 1528 y posteriormente, en 1552, fray Juan de la Cruz comenzó a construir la iglesia y el monasterio de Santo Domingo de Guzmán. El monasterio se terminó en 1612 y se convirtió en la parroquia de los nativos de la ciudad. Los españoles tenían su propia iglesia parroquial llamada Santa María de la Asunción. Izucar desarrolló una activa vida religiosa alentada por la fundación de la hermandad religiosa del Santísimo Sacramento en 1652. Las actividades y ceremonias religiosas, junto con otros disfraces, impulsan la evolución de la cerámica del pueblo desde ollas y vajillas hasta candelabros y quemadores de incienso. Los candelabros de arcilla multicolor se usaron como regalo a los recién casados para asegurar que la pareja tuviera muchos hijos y abundantes cosechas en sus campos.