Data de hace más de 3 mil años, pero a través del tiempo y como medio de evangelización se le conoce como Fiesta de Todos Santos y Fieles Difuntos.

 

Por Ismael Rojas Cuéllar

 

Cada año, desde tiempos ancestrales, el pueblo mexicano monta altares en los hogares para honrar a los seres amados fallecidos.

En México, antes de la llegada de los españoles –unos 3 mil millones de años- en las etnias Maya, Purépecha, y Totonaca, conservaban los cráneos humanos como trofeos, y en rituales le daban el simbolismo de representar la muerte y el renacimiento.

Hoy, en día, tras la Evangelización que data de hace 500 años, con la llegada de los españoles a América, los mexicanos, en su gran mayoría le dan un sentido cristiano a la festividad, es decir se recuerda a los familiares muertos, pero se hace oración por ellos para que Dios en su infinita misericordia los salve.

El Día Todos los Santos y Fieles Difuntos, que los mexicanos celebramos los días 1 y 2 de noviembre, no tuvo su origen en Roma, como ha llegado a creerse, sino en Francia. En el año 998, San Odilo, el Quinto Abad del Gran Monasterio de Cluny, tuvo la iniciativa de rezar por el descanso de todos los muertos.

En Cluny ya existía una celebración similar, que eran los «psalmi familiares», pero éstos eran dedicados exclusivamente a quienes pertenecían a linajes aristocráticos. Lo que hizo San Odilo, por decirlo en palabras simples, fue «democratizar» la celebración.

La idea de Odilo fue bien recibida en Francia, y Roma decidió adoptarla en el siglo XIV. Llegó  a España en el siglo XV,  y de ahí, los conquistadores la trajeron a América como medio de evangelización cristiana.

SE INCULCO A INDIGENAS ORAR POR EL ALMA DE LOS DIFUNTOS

Se inculcó al indígena  visitar a familiares difuntos y orar por ellos, para que Dios en su misericordia los salvara.

Más tarde, en los hogares se le fue dando a las ofrendas un significado católico, con la Cruz y velas que invitan a orar, y se colocan las imágenes de los seres queridos fallecidos, y se adorna con platillos de la gastronomía mexicana, dulces y objetos de la preferencia del familiar fallecido.

Otra característica, es que hay ofrendas dedicadas a los héroes nacionales, políticos y artistas famosos, que colocan las autoridades civiles en edificios públicos, mientras que en los templos católicos, seminarios, y hogares católicos, se erigen ofrendas en donde además de las imágenes de los familiares, se colocan fotografías de santos católicos, como ejemplo de vida.

LAS FLORES EN LAS TUMBAS Y OFRENDAS, SEÑAL DE ESPERANZA

El ir a los cementerios, es reflejo de que los mexicanos seguimos amando a nuestros seres queridos fallecidos,  pero que los conservamos en nuestros corazones, y por eso llevamos flores a sus tumbas, en señal de esperanza, y de que a través de nuestras oraciones Dios en su misericordia permita que gocen con Él, de la Gloria Eterna.

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