Pienso luego Existo
Entre Lobos Disfrazados, la Psicología de la Manipulación
Pienso Luego Existo / Adela Ramírez
Desde los imperios antiguos hasta las redes sociales actuales, las mentes manipuladoras han tenido un papel crucial —y peligroso— en la historia de la humanidad. No son necesariamente personas poderosas desde el inicio, pero poseen una habilidad inquietante: lograr que otros piensen, sientan o actúen de acuerdo con sus intereses, incluso en contra de su propio juicio. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué mecanismos utilizan para capturar a sus víctimas? Y lo más inquietante: ¿podríamos estar cayendo en sus redes sin darnos cuenta?
El encanto del manipulador
Robert Cialdini, psicólogo social y autor del influyente libro Influence: The Psychology of Persuasion (1984), identificó seis principios clave que los manipuladores suelen utilizar: reciprocidad, compromiso, prueba social, simpatía, autoridad y escasez. Estos no son trucos mágicos, sino atajos mentales que todos usamos inconscientemente para tomar decisiones rápidas. Los manipuladores los explotan con precisión quirúrgica.
Por ejemplo, en la Alemania de los años 30, Adolf Hitler no sólo se impuso mediante la fuerza, sino que sedujo a millones con discursos cuidadosamente diseñados. Según Ian Kershaw, historiador británico, el dictador explotó el principio de prueba social (“si todos lo apoyan, debe ser correcto”) y la autoridad (“un líder fuerte nos salvará del caos”). Su retórica no apelaba tanto a la razón como al miedo, el orgullo y la necesidad de pertenencia.
Otro caso icónico es el de Charles Manson, líder de una secta en los años 60 en Estados Unidos. Sin haber empuñado un arma, logró que sus seguidores cometieran asesinatos brutales en su nombre, incluido el de la actriz Sharon Tate. ¿Cómo? A través de la manipulación emocional, el aislamiento y una narrativa mesiánica.
Según la psicóloga Margaret Singer, quien analizó el fenómeno de las sectas, Manson aplicaba lo que ella llama “lavado de cerebro lento”: dominaba a sus seguidores con repetición constante, reforzamiento emocional, y separación de su entorno anterior. Les ofrecía una nueva identidad, un propósito y la ilusión de comunidad, anulando su juicio personal hasta volverlos ejecutores de su voluntad.
Un ejemplo igualmente perturbador, pero más cercano al contexto latinoamericano, es el de Sergio Andrade, productor musical mexicano y representante de Gloria Trevi. Durante los años 90, Andrade construyó una red de manipulación sobre varias jóvenes que aspiraban a la fama. Según investigaciones judiciales y testimonios recopilados por periodistas como Sabina Berman (La Gloria por el infierno, 2005), Andrade utilizó su posición de poder para atraer, controlar y abusar de sus víctimas.
Con promesas de éxito y reconocimiento, las aislaba de sus familias, imponía reglas estrictas y castigaba cualquier “desobediencia”, creando un ambiente coercitivo disfrazado de mentoría. Tal como en el caso de Manson, las víctimas eran sometidas emocional y psicológicamente hasta el punto de perder la capacidad de cuestionar la realidad. Este caso evidenció cómo la manipulación puede esconderse incluso tras una figura respetada del espectáculo.
Manipuladores cotidianos
No todos los manipuladores son figuras públicas. Las mismas técnicas pueden aparecer en relaciones personales o laborales. Un jefe que chantajea emocionalmente o una pareja que distorsiona la realidad para controlar a la otra persona están usando patrones similares: gaslighting, culpabilización, dependencia emocional.
Harriet B. Braiker, en su libro Who’s Pulling Your Strings? (2004), identifica señales como el uso constante de la culpa, la minimización de los sentimientos de la víctima y el control disfrazado de protección o afecto.
¿Quiénes caen?
Cualquiera puede ser víctima. La manipulación no se basa en falta de inteligencia, sino en momentos de vulnerabilidad. Un estudio de la Universidad de Cambridge (2009) encontró que personas con alta empatía, baja autoestima o necesidad de aceptación social son más susceptibles, especialmente en contextos de crisis personal.
¿Cómo protegerse?
La mejor defensa es la conciencia. Aprender a reconocer los patrones manipulativos, cuestionar promesas absolutas y mantener redes de apoyo externas son pasos clave. En palabras de Margaret Singer, “la mente humana es increíblemente fuerte, pero también vulnerable cuando busca pertenencia o salvación”.
Como demuestran la historia y la psicología: las mentes manipuladoras rara vez se muestran como villanos. A menudo se presentan como salvadores, guías o incluso víctimas. Y por eso mismo, hay que estar atentos.
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