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*Este jueves, se conmemora ésta gran fiesta de la Iglesia Católica, y se invita a la reflexión y búsqueda del Pan de Vida.
*En comunidades de todo el mundo se realizan procesiones públicas exponiendo el Santísimo Sacramento por las calles de las ciudades, colonias, barrios de nuestros pueblos.
DiarioSinSecretos.com / J. Antonio Cuéllar Montiel.
La comunidad católica en el mundo, celebra este día la Fiesta del Corpus Christi – el Cuerpo de Cristo- 60 días después de la Pascua de Resurrección del Señor- y en miles de parroquias del país y del mundo se realizan procesiones exponiendo el Santísimo Sacramento por las calles de las ciudades, colonias y barrios de nuestros pueblos.
Una fiesta que se mantiene viva a pesar del materialismo del mundo moderno y de las prácticas paganas impuestas por gobiernos ateos y liberales, y de políticos que se autonombran católicos se muestran tibios y no dan testimonio de su fe cristiana.
Lo que celebramos en este día – El Cuerpo de Cristo- la debemos de vivir cada día en la Eucaristía. Ella es la base de nuestra relación con Dios, con la humanidad y con toda la Creación. Eso no implica que seamos santos, sino es un hacer diario para ir enmendando errores e imitar a Cristo, nuestro Salvador, quien al morir en la Cruz, abrió las puertas del Cielo para todo bautizado, que promueve la Caridad con el semejante.
La Eucaristía, es condición de vida espiritual, lo mismo que el pan es condición de la vida del cuerpo.
La Eucaristía es el pan de vida que nutre y desarrolla la semilla divina depositada en el bautismo. Por ella somos asimilados a Cristo; vivimos espiritualmente y damos gloria a
Dios.
La Eucaristía no es sentimiento, es fuerza. Cristo viene a darse, pero también a tomarnos. Es un don y una exigencia. No es solo un rato al día, sino el momento inicial al que deben seguir todas las demás horas.
De aquí que podamos definir la Eucaristía como misterio de unidad. Dios busca establecer con el ser humano una unión íntima, mucho mayor que la que podemos
realizar nosotros con nuestra familia, comunidad o amigos. Cristo establece así una unión total: Él se da con su Cuerpo y su Sangre. Ofrecernos a comer su cuerpo y a
beber su sangre es una manera de hacernos “Él”. Nos lo enseñó San Pablo cuando dice: “Es Cristo quien vive en mí”.
También es misterio de unidad con los hermanos. A los que Cristo une consigo los une además entre sí. No podemos hacer auténtica comunión con Cristo si entre nosotros estamos divididos, si nos rechazamos, si no estamos dispuestos a reconciliarnos ante las mil discrepancias que tenemos, si, en definitiva, no le consideramos al otro como
hermano. Ahora bien, con el hermano no basta con “no tener discordia”, o con “no llevarnos mal”. La Eucaristía nos enseña a hacer algo mucho más grande: a dar también nosotros el cuerpo y la sangre por los hermanos, como ha hecho el mismo
Jesús con nosotros.
De este modo, nosotros no sólo celebramos la Eucaristía, sino que llegamos a ser eucaristía, pan partido y regalo los unos para los otros. Así, por ejemplo, una simple sonrisa regalada a los demás adquiere un significado distinto: transmitimos nuestro
ser, nuestro espíritu; nos abrimos al otro y el otro recibe nuestra alegría.
En la reflexión del padre José Antonio Sosa, hoy celebramos el Día de la Caridad. Si Jesús se nos parte y reparte en la Eucaristía es para que, imitándole, sepamos partir y compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos, especialmente con las personas más necesitadas y vulnerables.
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