Las recientes declaraciones del expresidente Donald Trump sobre su intención de retomar las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados si es reelegido han generado una gran controversia, no solo en el ámbito político, sino también en el económico.
Expertos advierten que un plan de esta magnitud podría tener consecuencias desastrosas para la economía de Estados Unidos, estimando una posible contracción del PIB de hasta un 6%.
Según economistas, sectores como la agricultura, la construcción y la hostelería serían los más afectados, ya que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante.
La deportación masiva podría crear una escasez de trabajadores en estos campos, lo que aumentaría los costos operativos y reduciría la productividad.
Además, muchos de estos trabajadores contribuyen al consumo interno y pagan impuestos, lo que amplificaría el impacto económico si fueran expulsados.
Los defensores de la política de Trump argumentan que esta medida es necesaria para reforzar la seguridad fronteriza y garantizar el cumplimiento de las leyes migratorias. Sin embargo, los críticos insisten en que el daño económico y social sería demasiado elevado, y abogan por una reforma migratoria más equilibrada que regularice la situación de los trabajadores indocumentados en lugar de deportarlos
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