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Actualmente, cerca de 200 grupos de Pueblos Indígenas viven en aislamiento voluntario y contacto inicial (PIACI). Estos pueblos residen en bosques remotos llenos de recursos naturales en países como Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, India, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Perú y Venezuela. Optan por mantenerse apartados del resto del mundo y sus modos de vida les permiten dedicarse a la caza y la recolección, preservando así sus culturas y lenguas.
Su existencia está profundamente interrelacionada con su entorno ecológico. Cualquier alteración en su hábitat puede poner en riesgo tanto su supervivencia individual como la de toda la comunidad.
A pesar de su derecho a la autonomía, los PIACI enfrentan desafíos únicos que a menudo son ignorados por el mundo exterior. La expansión de la agricultura, la minería, el turismo y la explotación de recursos naturales en sus territorios está llevando a la deforestación y la destrucción de sus bosques, alterando su forma de vida y el entorno que han protegido durante generaciones.
Además, la exposición a enfermedades provenientes del contacto externo representa una amenaza grave para su supervivencia. Al estar aislados de las sociedades no indígenas, carecen de defensas inmunológicas contra enfermedades comunes, lo que hace que el contacto forzado con el mundo exterior pueda tener consecuencias devastadoras y poner en peligro la existencia de sus comunidades.