ESPECIAL I / Diariosinsecretos.com
En México la venta de alcohol adulterado representa un importante peligro para la economía y la salud de los mexicanos debido a que es factor de pérdidas para el comercio formal y las consecuencias médicas que pueden causar hasta la muerte, señala La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).
A pesar de ello, el comercio de alcohol de contrabando y adulterado asciende a más de 27 mil millones de pesos, y se mantiene impune ante la omisión de instituciones como la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) al frente del Dr. José Novelo y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que lidera Arturo Herrera.
De acuerdo con la Comisión para la Industria de Vinos y Licores (CIVI), de las más de 18 millones de cajas de bebidas alcohólicas que se consumen al año, alrededor de 45%, son bebidas de contrabando que se venden en el comercio informal como tianguis, ferias, puestos callejeros o en establecimientos impunes en los que no se ejercen verificaciones sanitarias, ni fiscales por parte de Hacienda.
Ante la fuerte carga fiscal que significa para el comercio formal la venta de alcohol, 50% de IEPS + 16% de IVA + ISR + licencia de venta + otros costos relacionados con la comercialización, es decir alrededor de 72 centavos por cada peso, la producción y venta sin control del alcohol de contrabando genera una pérdida fiscal de aproximadamente de 8 mil 542 millones de pesos.
El alcohol adulterado es usualmente desarrollado con metanol, un tipo de alcohol de libre comercialización, de uso industrial y que se vende hasta por mayoreo, el cual es imposible de metabolizar por el cuerpo humano, a diferencia del alcohol etílico. Una de las reacciones más conocidas que genera el metanol en el cuerpo es la ceguera, pues este alcohol destruye las células del nervio óptico.
La producción de bebidas adulteradas se hace básicamente de tres formas: la primera, es sustituyendo el liquido original por otro de menor calidad; la segunda, combinándolo con agua y; la tercera y más peligrosa, agregando alcohol metílico o metanol.
Si al año se consume una importante cantidad de bebidas alcohólicas adulteradas, el potencial daño económico y a la salud de miles de mexicanos resulta es alarmante.
Ante eso, ni la COFEPRIS ni la SHCP, ejercen sus funciones de regulación sanitaria y fiscal, permitiendo que los consumidores mexicanos se expongan al peligro de consumir bebidas adulteradas. Especialmente, en tiempos de fiestas y tradiciones como son la celebración de la Independencia de México o los festejos decembrinos.