Diario Sin Secretos / Especial
Dra. Margarita Tlapa Almonte
*Corporativo Valladolid Campus Puebla
El ciclo festivo de los barrios y pueblos originarios de San Pedro Cholula, está estrechamente relacionado, con la naturaleza, el ciclo agrícola, tradiciones, creencias y ritos que son parte de la tradición mesoamericana religiosa, como ocurre con todos los pueblos originarios de México; donde la ritualidad prehispánica y las ceremonias religiosas tejen redes sociales en cada localidad y a nivel regional, logrando así su permanencia. En este ciclo festivo se vinculan las fiestas y prácticas religiosas con las estaciones del año y el ciclo agrícola del maíz, marcando las temporadas de sequía y la temporada de lluvias como es desde la época prehispánica, en la Conquista y hasta la actualidad. Las comunidades campesinas de barrios y pueblos cholultecas que realizan este ciclo festivo lo han conservado practicando la agricultura, aplicando el conocimiento de la naturaleza y realizando prácticas rituales; conocimiento indígena y campesino, para la conservación del patrimonio biocultural de nuestro municipio. En este caso de especies vegetales que son identitarias en nuestra cultura como lo son el maíz, la calabaza, el frijol y el chile; productos básicos en la alimentación. Sin embargo, la modernidad, el capitalismo consumista y la industrialización que inducen a la homogeinización cultural ha conducido a poner en riesgo la riqueza de diversidad biocultural, al introducir especies transgénicas que afectan no solo al sistema alimentario, la perdida de especies nativas, la salud de población, sino también de la identidad cultural y la memoria de los pueblos cholultecas.
La importancia de este ciclo festivo, tenemos como antecedente a las culturas mesoamericanas quienes concebían todas las esferas de la vida como un todo; en relación a la religiosidad, las practicas productivas y sociales, porque su economía se basaba en la agricultura y su cosmovisión se regía por ciclos naturales, creencias y prácticas religiosas para el culto de sus deidades. Además de las estaciones, la sequía, la lluvia, la fertilidad y la agricultura para desarrollar el buen temporal de la que dependía su sistema alimentario. En la actualidad las comunidades campesinas cholultecas continúan reproduciendo prácticas religiosas, ritos y cultos petitorios y de agradecimiento durante el ciclo agrícola, con el conocimiento que los pueblos han adquirido haciendo referencia a los saberes, habilidades y filosofías que han sido desarrolladas por las sociedades de larga historia como es la cholulteca y de su interacción con su medio ambiente.
A través de la identidad cultural también se han generado conocimientos en el medio rural, en relación a plantas, animales, suelo, agricultura, etc., mismos que se han transmitido a nivel generacional para el sostén biocultural. Saberes de la población en la agricultura que hacen referencia a actividades como la selección de semillas nativas, conocimientos acerca del clima y asociaciones de cultivos por su importancia para la preservación de especies nativas, en especial en el cultivo de maíz, ya que es el alimento base en la dieta mexicana.
Conocimiento tradicional y los saberes en torno al ciclo festivo, son importantes para la conservación y salvaguarda de la diversidad biocultural relacionado con el maíz, el frijol y la calabaza, con la finalidad de garantizar la seguridad alimentaria, evitando con esto la pérdida del cultivo de especies nativas, estrategias que adaptan a las necesidades de la población con la finalidad de evitar el cambio climático. Así mismo, dando solución a través de acciones de sostenibilidad de recursos, con la inclusión de las nuevas generaciones que rescatan el conocimiento, los saberes para la conservación de los recursos naturales y la cosmovisión de prácticas religiosas que protegen el patrimonio biocultural, por ser de importancia para subsistencia y de nuestra identidad biocultural.
En barrios y pueblos cholultecas cuatro son las fechas que marcan los momentos clave del ciclo agrícola, el inicio en la selección de semillas nativas, la siembra, el crecimiento de la mazorca y la cosecha. En estas cuatro etapas están distribuidas las fiestas religiosas y representan el marco fundamental para la celebración de los ritos agrícolas. Una de las fiestas anuales más importantes de tradición indígena en todo el territorio cholulteca y mexicano y que además inicia el año y el ciclo agrícola, es el 2 de la Candelaria y la bendición de semillas; tradición que ha sabido integrar elementos culturales mesoamericanos y cristianos, como parte de la cosmovisión de los pueblos y el sincretismo religioso que sigue conservando su relación con la naturaleza y su medio ambiente. En esta fiesta religiosa, se bendicen semillas de maíz, calabaza y frijol para el buen temporal; una tradición que de no dar continuidad la vida agrícola las comunidades campesinas y de población estarían en riesgo y en proceso de desaparición el patrimonio biocultural, por la gran importancia actual que reúne en sí una gran variedad de ritos tradicionales, tanto de origen europeo como mesoamericano y específicamente por la seguridad alimentaria en Cholula.
La fiesta de “la Candelaria”, festividad con sincretismo religioso prehispánico-católico, ceremonia y ritual que se realizaba 40 días después del nacimiento de niño. En México se adoptó la celebración con la conquista espiritual y fue montada por los evangelizadores utilizando los rituales que se realizaban en el mismo periodo en la época prehispánica y que para los pueblos mesoamericanos representaba la primera veintena del calendario tonalpahualli. Los mexicas celebraban el Atlcahualo veintena que iniciaba en febrero, la fiesta indicaba el inicio de la temporada de siembras, se llevaba el maíz a bendecir las semillas, para posteriormente sembrarlo.
Las crónicas de Sahagún mencionan sobre una de las fiestas de las veintenas donde se realizaba sacrifico a los tlaloques (las nubes) los ayudantes de Tláloc, los tonalamatl indicaban que en los días 1 y sucesivos de la trecena deberían presentarse ofrendas en los montes y manantiales, donde se construían los Ayauhcalco, también iniciaba el tonalpahualli, y en general la cuenta del tiempo sagrado. Mendieta menciona que algunos pueblos hacían coincidir el día 1 cipactli con el inicio del ciclo de las veintenas.
Atlcahualo se traduce como “se dejan o terminan las aguas”, se conocía también como Cuahuitlehua, y Xilomaniztli, que hace referencia al maíz tierno, debido a que “la pintaban con unas mazorcas de maíz en el puño, antes de cuajarse el grano… que quiere decir que tiene en la mano xilotes”. En este primer mes mexica, celebraban a los tlaloques como dioses de la lluvia, a Tláloc dios de la lluvia, a su hermana Chalchihuitlicue como diosa de las corrientes de agua, y a Ehecatl-Quetzalcoatl como dios del viento y precursor de la lluvia, los ritos para invocar la acción de las deidades de la lluvia y de la agricultura. Se realizaban sacrificios de niños con la finalidad de recrear el momento mítico de la creación y la regeneración del tiempo cíclico. Se honraba a los tlatoque para pedir lluvias e iniciar la siembra, después de la temporada de la sequía, restituyendo con el sacrificio las lluvias que se dieron al inicio, que deberían ser absorbidas por la tierra para su germinación y fructificación.
En el primer día de la fiesta ofrendaban niños vestidos de gala, realizaban una peregrinación de un templo dedicado a los tlatoques en los cerros, en la Procesión hacia el cerro, llevaban instrumentos musicales de viento, los quaquacuiltin, quienes guiaban las procesiones con la sonaja nahualcuahuitl o el chicahuaztli (sonaja). Todos los participantes vestían con elegancia y sus respectivos objetos ceremoniales. La sonaja se utilizaba para despertar a las entidades sagradas de la naturaleza y cambiar el clima adverso, invocaban o alejaban a las lluvias, el granizo y la neblina para permitir el buen desarrollo de los cultivos y la vegetación. Durante la fiesta se colocaban palos largos en las casas, adornados con papeles en forma de banderas untados de ulli derretido para producir el verdor, retoño y crecimiento de la planta. En esta fiesta se realizaba la conmemoración del Quinto Sol, siendo los tlatoque los nuevos sustentadores del mundo.
El principal ritual era el sacrifico de infantes en los cerros de la Cuenca de México y del lago de Texcoco, la ceremonia que de acuerdo a su cosmovisión representaban la regeneración hacían llorar a los niños, los sacrificaban en los Ayahuacalli que se localizaba en el lago de Texcoco y en algunos de los cerros de la Cuenca de México, con augurio de que hubiera abundancia. Posiblemente por eso los evangelizadores al observar las coincidencias religiosas prehispánicas con las católicas, empalmaron la tradición del culto católico la tradición de los niños en la Rosca de Reyes, además de llevar la imagen del Niño Jesús a los templos y en la misa daban a conocer el significado católico para ir olvidando el significado prehispánico.
Finalmente, es importante decir que los grupos campesinos de nuestro país, de nuestros barrios y pueblos cholultecas conservan la tradición mesoamericana de llevar a bendecir las mazorcas que servirán de semilla para la temporada de siembra, con la finalidad de purificarlas, en conmemoración de la cuarentena de María y Presentación de Jesús en el templo. Para la Bendición de semillas se realiza la selección de semillas que es de vital importancia para la conservación de especies nativas, principalmente del maíz, calabaza y frijol que son alimento base de alimentación en México. Las mazorcas se colocan en una canasta, junto con las imágenes, que simbolizan fertilidad, y que los campesinos relacionan la imagen del Niño Dios con el maíz. Presentan semillas de maíz, frijol, calabaza, haba, principalmente, mismos que serán sembrados, así como velas que serán utilizadas para que el alma de algún difunto tenga una luz que lo acompañe en su camino después de la muerte y romero para quemarlo y ahumar cuando hay tormentas fuertes.

16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.
