Mensaje para el Adviento 2020
El tiempo del Adviento no es simplemente la preparación a la celebración del aniversario del Nacimiento del Salvador, sino la espera del cumplimiento del Misterio de la Salvación que él nos trajo, y que se presenta en varias dimensiones: anuncio, promesa y cumplimiento. La primera venida del Señor da por terminada la gran espera del Mesías; su regreso glorioso debe colmar la esperanza de la humanidad ya redimida por Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección.
El Adviento celebra el ‘ya’ y el ‘todavía no’ de nuestra salvación. Con la palabra Adviento (del latín adventus, es decir, venida, llegada, pero con matices de presencia), se expresa la unión singular del presente y el futuro, de la espera y el cumplimiento. Estos dos acontecimientos están tan estrechamente relacionados que se puede afirmar que son, de cierta forma, un único suceso: la Encarnación del Hijo de Dios se cumplirá definitivamente como al final de los tiempos, cuando el Señor vendrá en el esplendor de su gloria y podamos entrar con él al Reino de los cielos.
El Adviento, en consecuencia, celebra las tres etapas de la Historia de la Salvación: la antigua espera de los patriarcas respecto a la venida del Mesías que se cierra con la Encarnación, Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación del Hijo de Dios; el presente de la salvación en Cristo, ya actuándose en el mundo, pero ‘todavía no’ realizada plenamente; el futuro de la salvación que se desvelará en la transformación del mundo al final de los tiempos. El Adviento celebra, pues, la espera gozosa del cumplimiento definitivo de la Redención. De este modo, el Adviento es un tiempo que nos recuerda la espera del pleno cumplimiento de la salvación. La segunda venida de Cristo, tema recurrente sobre todo en las primeras semanas de Adviento, está en relación estrecha con su primera venida: la certeza de que el Hijo de Dios se hizo hombre nos anima a esperar su regreso glorioso, cuando las promesas mesiánicas tendrán cumplimiento total y definitivo.
Por otra parte, los días que van desde el 17 al 24 de diciembre tienen una importancia mayor a las demás ferias del tiempo del Adviento, y son llamadas con razón ‘ferias mayores’. Estos días están marcados por las siete antífonas del Cántico evangélico de las Vísperas, conocidas como ‘antífonas de las O’: ellas describen la personalidad del Esperado, en quien se cumple la esperanza de Israel y de toda la humanidad, y, partiendo de imágenes bíblicas, enumeran varios títulos divinos de Jesús, y en su insistente “Ven” expresan la esperanza de la Iglesia.
Finalmente, el Adviento tiene siempre presente a María, icono de la espera. Por eso, al celebrar en este tiempo la solemnidad de la Inmaculada Concepción se nos presenta a la Virgen como “la preparación radical a la venida del Salvador y el feliz exordio de la Iglesia sin mancha ni arruga” (Marialis cultus, 3). En México tenemos además la celebración de la solemnidad de Santa María de Guadalupe, la ‘Madre del Verdadero Dios por quien se vive’, aquella que vino a nuestra tierra trayendo consigo Mesías que, sin saberlo, esperábamos.
Aprovechemos este Adviento, especialmente en este tiempo de pandemia, para encontrar en la Virgen María el modelo de quien, aún en medio de las dificultades, sabe esperar al Señor, y para pedir su maternal intercesión en favor de quienes, enfrentando desafíos y adversidades, queremos velar y estar preparados para este el encuentro con el Señor.
Comisión episcopal para la pastoral litúrgica
Conferencia del Episcopado Mexicano