Diariosinsecretos.com /Angélica García Muñoz
Puebla,Pue.- La tradición de poner monumentales arreglos florales a la Virgen María, durante todo el año y principalmente los meses de mayo y diciembre, tienen su origen en la tradición cristiana que ha considerado siempre las flores como símbolos para hacer referencia sobre el ser y la esencia de la Madre De Dios.
De la Virgen María, San Agustín va a afirmar, que ella: “renueva la esperanza en el resucitado, gracias a su ejemplo, es por la que esperamos perdón de nuestros delitos”, es la figura por excelencia, llena de ternura y tierna belleza, con los dones y atributos más grandes conferidos a criatura alguna por Dios, es la Madre de todos los creyentes , y quien es celebrada de manera especial el mes de Mayo, con gran alborozo de todos sus hijos consagrados a su servicio.
El apogeo de la primavera, donde todo florece fue tomado por los griegos para rendir homenaje a Artemisa la diosa de la fecundidad, en tanto Roma celebraba a Flora, la diosa de la vegetación, con todo tipo de arreglos florales.
Pero la idea de tomar un mes dedicado específicamente a María se remonta al tiempo barroco o siglo XVII , cuando la Iglesia Católica decidió festejarla 30 días seguidos con treinta ejercicios espirituales diarios en su honor.
La devoción se afianzó en el siglo XIX, implementando grandes celebraciones devocionales, que culminan con la coronación de alguna de las imágenes de la santísima Virgen María, que incluyen monumentales arreglos florales.
En la belleza de la flor descubres algo de Dios
La tradición cristiana ha considerado siempre las flores como símbolos y todas las flores dicen algo sobre el ser de María. Los monumentales arreglos florales adornan las imágenes de la Virgen en todos los altares de los templos y es que ya lo decía el filósofo Platón que en la belleza se contempla siempre la belleza de Dios; –En la belleza de la flor descubres algo De Dios_ . “Dios a creado la flor”, por tanto al contemplar la flor, tienes delante algo esencial del mismo Dios que es por esencia la belleza, bondad y verdad y así se puede decir que todo ser en último termino es verdadero, bueno y bello.
Los lirios indican la pureza y la castidad; la violeta representa la humildad; la rosa blanca simboliza que María es una doncella pura; la rosa roja simboliza su amor maternal; el gladiolo simboliza sus dolores; el clavel rojo representa el amor verdadero y puro que encarna a María.
Las santas de la Iglesia Católica le han dedicado delicados pensamientos y peticiones adornados con nombre de flores a la inmaculada Madre de Dios:
Así Santa Gertrudis de Helfta: dice de ella: “ Rosa brillante de celestial encanto, alimenta nuestras almas con fuerza celestial”. “Rosa, totalmente abismada en Dios, tú estás embriagada con embriaguez de inmensa felicidad”.
La Beata Concepción Cabrera, en su libro “Perlas de Mayo” que cuenta con oraciones y devociones a la Santísima Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, expone que éstas celebraciones de Mayo -mes florido-, “renuevan la inocencia de nuestra infancia, pues en ella se haya un conjunto de plácidos y felices recuerdos, en que se divinizan las palpitaciones del corazón, y el alma, purificada, levanta al cielo sus aspiraciones, elevándose como el humo perfumado del incienso, como la esencia fragante de la cándida azucena”.
“De esa forma –continúa la Beata-, con María al centro de toda celebración, Mayo es un mes brillante, iluminado por la luz de la fe, mes que se alienta con la esperanza del corazón que padece en que se acrecienta y aviva el fuego del amor divino”.
“Es un mes de salud en el que María si es permitido hablar así más que ningún otro, multiplica sus misericordias y, con mayor fineza, cura las heridas del alma y consuela y ampara, con su clemencia, a sus amados hijos fieles”.
Más adelante, llama a probar a María, en éste mes de gracias y beneficios, con obras, que somos sus verdaderos hijos. ¿Cómo? Con una grande pureza de alma, perdonando las injurias; devolviendo bien por mal, orando, confesando y comulgando, sólo así serán rosas hermosísimas, que adornarán su inmaculada frente, pero sin olvidar practicar las virtudes, pues sin ellas, las rosas de esa corona carecerán de fragancia, porque las flores dignas de María nacen del corazón de Jesús.
En su hermosa obra “Perlas de Mayo”, la Beata exhorta a tomar del corazón de Jesús la ofrenda a su Madre sin mancha, con incienso de veneración, como exquisito perfume de amor, eso resultará más delicado que el aroma de las flores con que ornamos sus altares.
Un poeta del siglo XII, escribió: “Cuando esta bella rosa, María, comenzó a brotar, pasó el invierno de nuestra aflicción y comenzó a llegar el verano de las eternas alegrías y a lucir el mayo del perpetuo goce, y con él, se nos devolvió el verdor del voluptuoso paraíso”.