Política en Movimiento/Angélica Beltrán
11 de octubre de 2018
Ciudad de México.- Sólo por el nombre Manuel Gómez Morín, nieto del fundador de Acción Nacional, debería ser el próximo dirigente del partido azul. Pero la realidad es que el nombre es lo de menos cuando se trata de echar a andar una maquinaria política como la que representa el PAN, en tiempos cruciales como estos, en que la idea de los gobiernos de coalición quedó atrás y se tiene un nuevo partido hegemónico.
La fórmula de Marko Cortés-Héctor Larios es quizá la más acertada de entre las dos que se disputarán la presidencia del albiazul; partido que por cierto está llamado a ser la oposición más fuerte hoy, por ser la segunda fuerza política del país.
Por otro lado, queda claro que en términos de política práctica la alianza del ex diputado Marko Cortés con Héctor Larios, lleva mano en la elección, ya que Larios trae consigo el respaldo de prácticamente todos los gobernadores panistas; mientras que el capital político de Gómez Morín es raquítico; aunque no así su nombre, que en estos momentos no basta.
¿Frivolidades de Morena o de la crítica?
Sobre las críticas por la ostentosa boda del hombre de la comunicación social del nuevo presidente de México, es justo señalar un punto nodal, que han perdido los críticos de las redes y la prensa mexicana, y es que no hay involucramiento de recursos públicos en ese derroche.
El novio César Yáñez no recibe aún recursos públicos; llegado el tiempo, cuando el nuevo gabinete entre en acción y se realicen actos de derroche entre los funcionarios del gobierno de López Obrador, la Auditoría Superior de la Federación deberá dar cuenta de ello; mientras tanto, las críticas son puro chisme de entretenimiento.
*Mancera, disminuido ante ineptitud de su grupo parlamentario.
A quien le va a quedar muy difícil destacar como coordinador de bancada es al senador Miguel Ángel Mancera, no sólo porque su grupo se redujo aún más con la salida de Israel Zamora, quedando la fracción del PRD con sólo cinco integrantes, sino por la ineptitud de sus integrantes a quienes les falta el expertis.
Contrariamente al fenómeno sucedido en la Cámara baja en la pasada 61 legislatura, cuando la fracción más pequeña, la del PT, fue brillante por contar entre sus integrantes con académicos y personajes con estudios mínimos de licenciatura, como Laura Itzel Castillo o Guadalupe Reyes, y hasta con doctorado como Jaime Cárdenas; la fracción del PRD en el senado, pese a tener un coordinador preparado académicamente, con práctica gubernamental y visión de futuro, sus homólogos no lo ayudarán sustancialmente. Un caso para destacar es el de Antonio García Conejo, quien con sus intervenciones en tribuna hace honor al dicho “mucho ruido y pocas nueces”. Este intrépido senador aún está a tiempo de prepararse y conocer lo que lee y propone como iniciativas propias. Esto apenas comienza, el michoacano García Conejo tiene seis años de beca para preparase y dejar la improvisación.
*Gómez Urrutia, presidente de la Comisión del Trabajo. A propios y extraños sorprendió el nombramiento de Napoleón Gómez Urrutia como el nuevo presidente de la Comisión del Trabajo en el Senado, porque sobre él pesa una lápida de acusaciones por supuesto robo de recursos al sindicato de mineros, del cual fue dirigente nacional.
Sin embargo en este punto es menester apuntar que no existen denuncias de mineros en su contra; hubo, sí, acusaciones y demandas por parte del gobierno federal en tiempos del presidente Felipe Calderón y particularmente del secretario del Trabajo, Javier Lozano. Funcionario que se distinguió por acabar con la clase trabajadora de México y representar intereses de grandes empresas como Grupo México.
En fin, si hay algo que destacar en este episodio es que los mineros siderúrgicos de la República gozaban antes de la llegada del gobierno de Calderón, de un contrato de trabajo a la altura de contratos de obreros de países desarrollados, pues tenían sueldos dignos, casa-habitación, servicios de salud, becas para sus hijos en el extranjero, vacaciones y demás prestaciones, mismas que perdieron con la reforma laboral que impulsó Calderón e implementó Lozano.
El erróneo criterio de cualesquier secretario del trabajo, y ese fue el caso de Javier Lozano, fue el de creer que los mineros gozaban de muchas prestaciones y altos sueldos, de ahí que en vez de buscar igualar las condiciones de trabajo en todo el país, el poblano encargado de la cartera del trabajo en 2006-2012, prefirió pauperizar a toda la clase obrera. De ahí el levantamiento de huelgas en las mineras.
La llegada de Napoleón Gómez Urrutia al senado y luego a la presidencia de la comisión del Trabajo deja un mejor sabor de boca entre la clase obrera, pues el líder sindical ya comenzó a impulsar reformas para derogar leyes que van en contra del desarrollo y bienestar de la clase obrera.
Así, no vemos mal que el dirigente de los mineros dé continuidad a la defensa de este sector como lo ha hecho, incluso desde el exilio; si la sociedad no lo cree, que pregunte a los mineros que los siguen y respaldan, porque en efecto ha cuidado los intereses de éstos.
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