Historias de Vida
La obra del foto historiador es una referencia obligada, con aportes de primer orden a la historiografía contemporánea de México
El contexto histórico conforma una manera de ser y una manera de ver; nuevos contextos, entonces, pueden definir otras maneras de mirar y actuar en el mundo. Tal premisa se convierte en afirmación en la vida de John Mraz, autor de 200 artículos, entrevistas y reseñas publicadas en nueve idiomas, sobre la historia en relación con los medios modernos –fotografía, cine, video y digitalización–, quien confiesa que de no haber sido por la universidad y un profesor marxista, se hubiera embarcado, sin titubeos, en las filas del ejército de Estados Unidos para combatir en Vietnam. Tal cambio de rieles torció el destino del fotohistoriador, un “gringo” nacionalizado mexicano, residente en el país desde 1981.
Académico del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, de la BUAP, desde 1984, es nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, autor y coautor de más de una docena de libros, director de 11 películas y 20 audiovisuales históricos, algunos con premios internacionales y distribución en América Latina, Estados Unidos y Europa, editados en español, inglés, francés, catalán, coreano, portugués, italiano, alemán, gallego y chino.
Estudiar la historia, afirma, es fundamental para comprender que somos producto del periodo histórico en el cual hemos vivido.
“Si hubiera hecho la historia desde otro enfoque, hubiera sido un historiador mediocre”
Originario del sur de California, John Mraz nace en el seno de una familia acomodada y conservadora. No obstante, sus años de juventud fueron un tanto erráticos. Tras su primer fracaso en la universidad, en 1961, de donde salió “por mala influencia” -dice-, ingresa voluntariamente al ejército de Estados Unidos, en 1963, lo que le permitió vivir tres años en Italia, donde se casó con una sueca influenciado por un anuncio publicitario. A su regreso a su país, trabaja en la construcción de una presa y en una fábrica de acero.
A la universidad retorna en 1967 para estudiar la Licenciatura en Historia. “Yo iba a ser médico, pero no pude con la Química y la Historia me pareció interesante por ser un campo donde tú opinas según tus investigaciones. Decidí estudiar la historia de América Latina porque me gustó vivir en México, adonde vine por primera ocasión en 1962”.
El joven John, de malas calificaciones en sus primeras universidades, consolida su vocación y se convierte en un estudiante de buenas calificaciones. Al entrar en 1970 a la Maestría en Historia realiza su primer audiovisual, en la Universidad de California, en Santa Bárbara (UCSB). Luego, continúa su formación en el Doctorado en Historia en la Universidad de California, en Santa Cruz, no sin antes dar varias batallas por enfocarse en la cultura visual como objeto de estudio en esta disciplina.
“Yo soy muy necio, si hubiera hecho la historia desde otro enfoque, hubiera sido un historiador mediocre. Cuando hice mi primer audiovidual, me dije: ‘ya estoy enganchado, esto es lo que voy a hacer: estudiar la Historia desde y con los medios modernos’. En Santa Bárbara peleé por hacer mi tesis como una película sobre la Decena Trágica; tuve la enorme suerte que mi asesor de tesis fue Jesús Chavarría, un marxista fundador del primer departamento de chicanos; él me formó académica y políticamente.
Cuando me echaron de la UCSB con una maestría ‘terminal’, Jesús habló con David Sweet en la Universidad de California, en Santa Cruz, y Sweet le dijo: ‘mándalo aquí’. Allí empecé a estudiar el cine, aunque ya había hecho tres películas en super 8, sobre los años sesenta, los años cincuenta en Estados Unidos y una sobre México: Todo es más sabroso con… A Film-Essay on the Continuity of Neocolonialism in Mexico, cuyo nombre lo tomé de un anuncio de Pepsi. Además había publicado sobre el cine cubano, al analizar la representación de la historia en Lucía”.
Investigar, un ejercicio de autonomía
El autor de los libros México en sus imágenes y Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e íconos, llega a México en 1981, luego de su paso por San Francisco, donde realiza videos sobre huelgas obreras, para educación multiétnica y sobre la guerrilla en El Salvador, entre otros. A la BUAP ingresa en 1984 y dos años más tarde concluye el doctorado sobre la representación de la historia en el cine cubano.
La segunda mitad de los ochenta es el inicio de una trayectoria que no dará marcha atrás, de gran producción y creatividad en el cine, la fotografía y la historia gráfica, de quien ha sido investigador invitado en instituciones como Princeton University, Oxford University, Duke University, Dartmouth College, University of California at Santa Cruz, Universitat de Barcelona, Universidade Federal Fluminense (Brasil), Universidad de Keio (Japón), University of Auckland (Nueva Zelanda), University of Connecticut, San Diego State University, INAH y UNAM, entre otras.
Ya en la BUAP, John Mraz, también autor de Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta y La mirada inquieta: nuevo fotoperiodismo mexicano, 1976-1996 -este último, el libro más fotocopiado en la Biblioteca del Centro de la Imagen al agotarse tan pronto vio la luz-, viaja a Nicaragua para la realización de una cinta sobre el movimiento sandinista, a sugerencia del ex rector Alfonso Vélez Pliego. Más tarde dirige otra producción sobre los ferrocarrileros mexicanos. Ambas llegan a tener un alcance internacional, se distribuyen en América Latina, Europa y Estados Unidos, ganan un premio internacional y son subtituladas en inglés.
Investigar requiere de autonomía, afirma. El Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP le brinda tales condiciones al curador, colaborador y asesor de 20 exposiciones fotográficas expuestas en América Latina, Estados Unidos y Europa.
“Venir a México fue muy importante porque yo tuve mucha autonomía por parte de Alfonso Vélez Pliego y los directores del instituto, eso te permite hacer investigación en el extranjero; ser nivel III del SIN exige también publicar”.
“Los mexicanos siempre han sido una parte importante de la cultura gringa; yo soy nacionalizado mexicano”
Más situado en la fotografía, Mraz estudia la obra de los Hermanos Mayo –el colectivo español cuyo archivo es de 5 millones de negativos-, la fotografía de Nacho López y el nuevo fotoperiodismo en México, de los años setenta en adelante. La fototeca y hemeroteca le abrieron sus puertas para realizar tales proyectos, algunos de ellos con una década para concluirlos.
De aquí surgen su libro Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e íconos, publicado en español en 2010 y en inglés en 2012, y la exposición fotográfica en el centenario de ese acontecimiento, quizá el más fotografiado del mundo, la cual circuló en al menos 30 sitios del país y otros tantos del extranjero.
Una de las obras más importantes de John Mraz es México en sus imágenes, inicialmente titulada Looking for Mexico, Modern Visual Culture and National Identity, un encuentro con la identidad nacional a partir de la cultura visual realizada por mexicanos y extranjeros, pues para Mraz, la fotografía, el cine y la historia gráfica son fuentes fundamentales y complejas de la época que las produce.
No hay nada neutral en como vemos al mundo
John Mraz nos recibe en su casa de Atlixco para la entrevista. Ha enviado un croquis e indicaciones para no perdernos. Una cerrada conduce a su residencia y de esta a la luz que irradian altos y frondosos árboles. Antes, pregunta si se filmará video…a nuestra llegada, pide tiempo para afeitarse. No más de unos minutos y él está sentado frente a la cámara. Una vez iniciada la conversación nadie puede detenerlo: ha iniciado un soliloquio, hurgando en el laberinto de sus recuerdos.
-¿Cuáles son las contribuciones de John Mraz a más de 30 años de hacer historia, desde y con los medios modernos?
-Lo más importante es la alfabetización visual. Vivimos en un mundo hipervisual y controlan nuestros vidas a través de nuestros deseos; por ejemplo, plantean el consumismo en nuestras mentes, cuando compras no compras algo con dinero, sino con el tiempo que tuviste que invertir para comprar algo, y lo único que no se puede comprar es el tiempo. Es importrante entender cómo nos controlan a través de la imagen. Mi primera esposa fue una sueca, con la cual me casé influenciado por un anuncio sobre una crema para rasurar. En Italia conocí a una mujer güera, bella, nos casamos y fue un error enorme; pasamos 10 años difíciles intentando que aquello funcionara. Eso vino de un anuncio que implantaron en mi cabeza. Eso es importante, yo me hubiera ido a Vietnam en ese tiempo, sin pensarlo tanto.
-¿Por qué es fundamental la alfabetización visual?
-Cuando yo hablo de la historia a través de los medios modernos, no es simplemente un nuevo campo; lo importante es el elemento político, social, económico. Nosotros tenemos que tomar el control de nuestra manera de ver; la manera en que vemos nos parece obvia, pero nosotros no vemos de manera natural, vemos a través de categorías a priori que están en nuestras cabezas y vienen de la clase, género y raza a las que pertenecemos y del periodo histórico en el cual estamos viviendo.
No hay nada neutral en cómo vemos el mundo, es fundamental estar consciente que nuestra visión ha sido estructurada por un sistema socioeconómico, racial, genérico, en el cual hemos crecido. Esto es lo mas importante.
-Así, su trabajo ha contribuido a construir una nueva mirada…
-Claro. La mejor manera de saber cómo mirar es hacer películas, te vuelves muy consciente de cada corte, de cada emplazamiento de la cámara, y eso es lo importante porque las grandes universidades no tienen programas de estudios sobre fotografía en el mundo. Hay dos países con planes de estudio sobre foto, México, en la BUAP, el Instituto Mora y el Departamento de Estudios Históricos de la ENAH; y Brasil, en la Universidad Federal Fluminense y la Universidad de Sao Paulo, con estudios dedicados a desarrollar crítica a medios modernos que controlan la vida.
-En esta tarea de despertar, de abrir ventanas a nuevas formas de mirar, la universidad pública se convierte en el espacio natural de estos trabajos críticos…
-Por supuesto. Las universidades públicas son el espacio natural donde circulan. La universidad pública es fundamental, sobre todo en un país como México: debe existir para que uno aprenda a pensar y no para entrenarte para saber hacer ciertas cosas, porque el mundo va muy rápido y pronto caducan estos saberes. Es fundamental estudiar la historia: entender que somos producto del periodo histórico en el cual hemos vivido.
-¿Cuál es la lectura?
-Si el contexto histórico conforma una manera de ser y ver, entonces nuevos contextos pueden formar nuevas personas. Vivimos un presentismo, pensamos que siempre ha sido así, y entonces cómo entender que hay muchos pobres, pocos ricos, no siempre ha sido así. Las luchas sindicales de los 30 cambiaron la vida de los obreros. Estamos entrando a otro periodo, AMLO ganó con más del 50 por ciento del voto, es extraordinario, ningún presidente mexicano ha ganado así; los mexicanos nos hartamos de la corrupción. México es un país rico, capaz de ser autosuficiente, ¿por qué tenemos tanta pobreza?
Para John Mraz, ponente en más de cien congresos internacionales y en instituciones de Estados Unidos, Europa, América Latina, Japón, Nueva Zelanda, Singapur y Canadá, el país vive un momento de efervescencia, como aquellos que dieron cuenta los muralistas, Tina Modoti, el cine de Eisenstein, la cintas Lucía y Memorias del subdesarrollo. Se trata de una coyuntura en la cual podemos ser parte.
En su opinión, los mexicanos “siempre han sido importantes en la cultura gringa”. Abrir esta “ventana” es la contribución de la exposición que sobre los braceros mexicanos hoy circula en diversas universidades de Estados Unidos. Tal material fue reunido a partir de una entrevista de 4.5 horas con Julio Mayo, de la cual también surgió un corto de 20 minutos, Julio Mayo, un bracero con cámara. La exposición la conforman 38 fotografías que viajan en imagen digital. Tan solo en la Universidad de Washington ha sido visitada por alrededor de 7 mil 200 personas.
Hoy la obra de Mraz es una referencia obligada, con aportes de primer orden a la historiografía contemporanea.
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