El desconfinamiento progresivo en muchos países aviva el temor de las autoridades de una nueva oleada de la covid-19, pero algunos científicos, descartan esa posibilidad.
El científico francés Didier Raoult, director del Instituto Mediterráneo de Infección IHU de Marsella científico francés, defensor de una supuesta eficacia de la hidroxicloroquina contra la covid-19, que ahora Donald Trump afirma tomar como medida de prevención.
«Nos basamos en análisis en los 188 países que declararon casos y en la dinámica evolutiva de la enfermedad», declara a la AFP el doctor Jean-François Toussaint, director del Instituto de Investigación Biomédica y de Epidemiología del Deporte de Francia.
Toussaint y Toubiana comparten el mismo razonamiento. Estiman que la epidemia sin duda arrancó mucho antes de que lo que se cree, incluso antes del otoño boreal, que se aceleró rápidamente a partir de finales de febrero en Europa, que alcanzó su techo de contagios posibles y que ahora decrece a falta de nuevas personas por infectar.
«Es iconoclasta, pero no mucho más que cuando la OMS afirma que el coronavirus puede que no desaparezca jamás», sostiene a la AFP el epidemiólogo francés Laurent Toubiana. «Mi tesis es que no habrá segunda ola».
Esto significaría evitar un flujo masivo de pacientes en los hospitales y el desbordamiento de los servicios de cuidados intensivos.
Una suposición encabezada mediáticamente por el controvertido científico francés Didier Raoult, defensor de una supuesta eficacia de la hidroxicloroquina contra la covid-19, que ahora Donald Trump afirma tomar como medida de prevención.
«En ninguna parte hay una segunda oleada (…) Aparecerán eventualmente algunos casos esporádicos aquí y allá, (pero) la epidemia está a punto de acabarse», aseguró Raoult en un video colgado en línea el 12 de mayo.
Raoult no argumenta su posición, pero otros científicos con la misma tesitura, sí.
«Nos basamos en análisis en los 188 países que declararon casos y en la dinámica evolutiva de la enfermedad», declara a la AFP el doctor Jean-François Toussaint, director del Instituto de Investigación Biomédica y de Epidemiología del Deporte de Francia.
Toussaint y Toubiana comparten el mismo razonamiento. Estiman que la epidemia sin duda arrancó mucho antes de que lo que se cree, incluso antes del otoño boreal, que se aceleró rápidamente a partir de finales de febrero en Europa, que alcanzó su techo de contagios posibles y que ahora decrece a falta de nuevas personas por infectar.
Este último punto en particular contradice el discurso dominante.
– «Esprínter» –
Investigadores del prestigioso Instituto Pasteur estimaron que únicamente 4,4% de la población francesa se había infectado, es decir 3,7 millones de personas, en el momento del desconfinamiento el 11 de mayo.
Un estudio del ministerio de Sanidad de España arrojó resultados comparables: solo el 5% de los españoles se habría contagiado.
Unas cifras muy lejanas al 70% que supuestamente hace falta para alcanzar la inmunidad colectiva y vencer al virus.
Pero para Toubiana y Toussaint, el punto de partida de este postulado es erróneo. «Razonar así significa que toda la población es susceptible (de contraer la covid-19). No es el caso», afirma el primero.
Basándose en datos del servicio privado de urgencias medicas domiciliarias SOS Médecins, Toubiana cree en primer lugar que el coronavirus contagió en realidad a casi 18 millones de personas en Francia, de los cuales 5,5 millones fueron asintomáticos.
«Un porcentaje no desdeñable de la población podría no ser sensible al coronavirus, porque contaría con anticuerpos no específicos para frenarlo», sugiere, admitiendo que se trata de una «hipótesis, difícil de verificar».
Toussaint baraja la idea de que el virus solo pueda afectar «entre 20% y 30% de la población» por motivos desconocidos.
«Este virus no es un maratonista, es un esprínter: se cansa rápido y esa es quizás nuestra suerte», asegura.
Toussaint cree que el pico de decesos se alcanzó el 16 de abril en el mundo. El brote epidémico se habría prolongado «cuatro semanas» desde finales de febrero y habría ido menguando durante «6-8 semanas». El ciclo de la epidemia sería por tanto de «entre dos meses y medio y tres meses».
Ambos científicos creen además que el confinamiento, una medida «extrema», no habrá servido de nada, por ejemplo, en Francia, puesto que la oleada ya había casi pasado cuando se decretó el 17 de marzo.
Unos londinenses disfrutan del buen tiempo el 20 de mayo de 2020 en Hackney, el noreste de la capital británica
«En estos momentos, nadie puede prever qué pasará», declara a la AFP Nicolas Hoertel, psiquiatra y experto en estudios de modelización del hospital Corentin-Celton, cerca de París.
Hoertel fue uno de los autores de un estudio según el cual el distanciamiento físico y el porte de mascarilla son medidas cruciales posconfinamiento, pero podrían resultar insuficientes para evitar una segunda ola.
«El riesgo no es nulo, por lo tanto nuestro mensaje es de prudencia, un llamamiento a la vigilancia colectiva y al respeto de las medidas de protección», afirma.
«Prefiero equivocarme que ignorar un riesgo», insiste.
En cualquier caso, habrá que esperar al menos el transcurso de tres o cuatro semanas tras el fin del confinamiento para observar cómo este incide en la evolución del virus en cada país.