La Iglesia Católica, y en especial la obra salesiana, conmemora la Fiesta de María Auxiliadora, un ícono en cuanto a la intercesión divina, especialmente en momentos de adversidad o desafío.
Los salesianos se refieren a ella como “la patrona de todos los cristianos porque es la que trae los auxilios venidos del Cielo, y es protectora de enfermos y de quienes sufren”.
¿Porqué se celebra su fiesta el 24 de Mayo?
El Papa Pío VII, en 1814, fue prisionero de Napoleón Bonaparte, y prometió que si recobraba su libertad, establecería la fiesta de María Auxiliadora el día que llegara a Roma.
El pontífice fue liberado por los austríacos cuando se hallaba en Parma, y el 6 de abril, Napoleón abdicaba, y el 24 de mayo Pío VII, hacía su entrada triunfal a Roma, donde murió en 1823.
Desde ese entonces cada 24 de Mayo, el mundo católico festeja a la Virgen en su advocación de María Auxiliadora.
Sin embargo, la devoción a María Auxiliadora se remonta a diferentes momentos y lugares. El título de “Auxiliadora” fue utilizado por primera vez por San Juan Crisóstomo Bonilla, en Constantinopla, en el año 345, refiriéndose a la Virgen María como un poderoso auxilio de Dios.
A lo largo de los siglos, se registraron varios testimonios y eventos en los que la Virgen María, bajo la advocación de “Auxiliadora”, fue invocada e intervino en favor de los fieles.
En el año 532, San Sabas relató la existencia de una imagen de la Virgen María llamada “Auxiliadora de los enfermos” en Oriente, ya que se atribuían numerosas curaciones a su intercesión.
En el año 749, San Juan Damasceno difundió la jaculatoria “María Auxiliadora, rogad por nosotros”, destacando que la Virgen es auxiliadora para evitar males y peligros, así como para obtener la salvación.
En Ucrania y Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, cuando la Virgen liberó a la región de la invasión de bárbaros paganos.
En 1572, el Papa San Pío V ordenó que en todas las letanías se incluyera la invocación “María Auxiliadora, rogad por nosotros” debido a que, en ese año, la Virgen María protegió a la cristiandad en la batalla de Lepanto contra un ejército otomano.
En el siglo XVII, durante la guerra de los 30 años y la invasión de los protestantes en el sur de Alemania, los católicos hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de Auxiliadora si los libraba de la invasión y ponía fin a la guerra. La Virgen respondió a sus plegarias, y comenzaron a erigirse capillas dedicadas a María Auxiliadora.
En 1683, después de una gran victoria en Viena contra los enemigos de la religión, se fundó la Asociación de María Auxiliadora en agradecimiento.
La aparición de María Auxiliadora a San Juan Bosco, fundador de la obra salesiana
En 1860, la Virgen se apareció a San Juan Bosco y le pidió que se le honrara con el título de “Auxiliadora”. Bajo la protección de María Auxiliadora, se construyó la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia, en la que Don Bosco afirmó que cada ladrillo era un milagro de la Virgen.
Según relatos, en esa visión la Virgen le reveló a San Juan Bosco que ella sería la auxiliadora de la Iglesia y de todos los cristianos en tiempos difíciles.
La devoción a María Auxiliadora se extendió ampliamente gracias a Don Bosco y su obra salesiana. Don Bosco veía a María como Auxiliadora del Pueblo de Dios y promovió esta devoción entre los jóvenes y la Iglesia.
La bendición de María Auxiliadora escrita por San Juan Bosco
“Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra.
(rezar un Ave María)
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita.
María Auxilio de los cristianos.
Ruega por nosotros.
Señor, escucha nuestra oración
Y llegue a ti nuestro clamor.
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con la ayuda del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.
Amén”.