Era conocido que Eduardo Rivera y Liliana Ortiz visitaban constantemente el Instituto Oriente. Desde 2011 administraba la alcaldía de Puebla y su esposa era presidenta del DIF municipal.
Las familias de los alumnos y los maestros creían que tendrían en ellos el altruismo puro, cuando solo les interesaba influir en el buen trato a su hijo que cursaba la preparatoria en el turno vespertino.
Corría 2014, último año de su gestión. Nada parecía alterar el orden, hasta que una tarde arribó Rivera Pérez acompañado de Liliana, dirigiéndose a la oficina del Rector Saúl Cuautle Quechol y el director Alejandro Treviño, ambos jesuitas, a reclamarles el descuido a su hijo Eduardo Rivera Ortiz, acusándolos de permitir que los estudiantes dieran rienda a su ímpetu juvenil.
Rivera Ortiz, suficientemente crecidito para saber lo que hacía, embarazó a su novia y, para un político de la “altura enana” de Eduardo, era inaceptable, porque se truncaba el futuro de su vástago con la nuera y el nieto.
A finales de 2013, había iniciado la construcción de la alberca de la institución, pero fue en 2014 cuando explotó la furia del toluqueño Rivera Pérez, ordenando que se retirara todo permiso de la obra, durando el bloqueo hasta 2015. Culminó la construcción en 2016 por intervención de Antonio Gali Fayad y el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa.
La jovencita se fue a vivir con su papá a la Ciudad de México.
Era la forma de Rivera de presionar para echar al olvido la relación de los novios y se evadiera la responsabilidad.
Eduardo Rivera Ortiz, jugó graciosamente a la soltería abandonando a su hijo.
Dicen, los que aportan datos precisos de la historia, que fue hasta 2021, cuando inició el segundo período de alcalde, que Lalo el grande ordenó tener un ligero trato con el niño.
A la estupidez y el gusto por la corrupción a gran escala, existen otras “cualidades” de Eduardo Rivera Pérez que deben conocer los poblanos: su orfandad de hombría y decencia.
Su esposa Liliana Ortiz, jura ser defensora de las mujeres. ¡Qué barbaridad!
¿Y el junior?… digno heredero del machismo.
Los tres reciben la bendición de los padres jesuitas Saúl Cuautle Quechol y Alejandro Treviño, muertos durante la pandemia.
POSDATA: Entonces, hay razones poderosas que explican la protección de Eduardo Rivera Pérez a sus funcionarios acusados de acoso sexual y laboral.
POSDATA 2: Caras conocidas han sido vistas rondando un hotel de la avenida Juárez, cercano al Conservatorio.
Entran y salen después de cobrar con enviados de Mario Riestra y Eduardo Rivera.
Han sido detectados periodistas de prensa, radio y televisión; mercenarios disfrazados de periodistas; traidores que juegan a la doble carta; infieles a sus convicciones; operadores políticos; infiltrados y toda clase de alimañas.
Otros, piden que les lleven el sobre amarillo a su casa o lugar de trabajo para no quemarse.
Si pensaban que no se iba a saber, se equivocaron.
¡Qué pena!
No extraña.
Cada uno es libre de elegir a sus amigos y simpatías políticas, lo repudiable es el engaño.
Finalmente, el desperdicio se irá al cesto de la basura.
POSDATA 3: No es el único lugar donde despachan los pagadores de Riestra y Eduardo que, desesperados, ofertan la compra de conciencias.
Lo dicho: confiar en traidores es intento de suicidio.
directorabcd_reflexiones@yahoo.com.mx
16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.