DiarioSinSecretos.com / Angélica García Muñoz
Ciudad de Puebla.- “No permitamos que la cultura de la muerte y del descarte se convierta en algo normal, por el contrario, no nos cansemos de hacer el bien, no nos ahorremos todo el bien que podemos hacer, convirtámonos en artesanos del bien y de la paz”, señaló Javier Martínez Castillo, nuevo Obispo Auxiliar, ante miles de fieles y obispos, sacerdotes, religiosas y autoridades civiles.
En su mensaje, agregó: “ No permitamos que nada nos robe la esperanza de que es posible un mundo mejor más parecido al proyecto que Dios pensó el día que nos pensó. ¡Que lo mucho que hay de Dios, en cada uno de nosotros, cada día se nos note más! Queridos hermanos, le pido al Señor me conceda la Gracia de ser un obispo santo para que pueda ser un santo obispo y que me otorgue los dones necesarios para llevarlos a todos a Él”.
Aquí, su discurso íntegro:
“¡Sea alabado Jesucristo! … Queridos hermanos: muy buenas tardes. Los saludo a todos con gran alegría y con profunda gratitud. Su presencia en este lugar es manifestación de la Iglesia viva y de Dios mismo. Creemos, esperamos y celebramos juntos el misterio de Jesucristo y el regalo de la fe. Gracias por estar aquí.
Saludo con reverencia al Emmo. Sr. Cardenal Don Norberto Rivera Carrera: gracias por su presencia Eminencia. Dirijo un respetuoso saludo al Excmo. Sr. Nuncio Apostólico en México Mons. Joseph Spiteri: su presencia hoy aquí es una bendición para nosotros porque nos hace sentir la cercanía del Papa Francisco.
Saludo también con profundo respeto al Excmo. Sr. Arzobispo de Puebla Mons. Víctor Sánchez Espinosa: valoro y aprecio muchísimo que esté usted aquí y que me haya impuesto las manos.
A mis hermanos obispos les doy un fraterno saludo al mismo tiempo que agradezco hayan venido a acompañarme en este día, sean bienvenidos.
También saludo a todas las autoridades civiles presentes en este lugar, a los señores senadores, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, mi gratitud, reconocimiento y aprecio. Saludo a los sacerdotes, a la vida religiosa, al seminario, y a todos los laicos, gracias por su presencia hermanos.
A los queridos amigos de los medios de comunicación, los saludo con particular cariño y gratitud, qué bueno que están aquí con nosotros. La gratitud es una de las virtudes más hermosas que los seres humanos podemos vivir porque nos da la oportunidad de descubrir el inmenso amor de Dios que nos rodea por doquier, y que se expresa en las pequeñas y grandes cosas que suceden en derredor nuestro.
Podemos descubrir cómo todo lo que sucede en nuestras vidas es expresión de la misericordia de Dios y no solamente una consecuencia natural del desarrollo de las cosas. Esta convicción me lleva a sentirme y manifestarme hoy profundamente agradecido.
En primer lugar, agradezco a Dios el concederme la oportunidad de experimentar en mi vida su infinita misericordia. Dios me ama y estoy feliz por eso. Así lo he podido constatar a lo largo de mi vida, un día Dios me pensó y me colocó en la existencia y desde entonces no ha cesado de tenderme puentes y de favorecerme medios para que esté siempre cerca de su corazón, se ha hecho compañero de mi vida y hemos recorrido juntos esta aventura de existir. Hoy renuevo con Él el compromiso que hice el día de mi ordenación sacerdotal, “aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”, “tú lo sabes todo, tu bien sabes que te amo».
Recuerdo y hago mías las palabras de San Agustín. “Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras” Gracias por el regalo de la vida, de la fe, del Sacerdocio ministerial y del Episcopado. Que todo sea para su mayor Gloria. Agradezco también a la Santísima Virgen, Nuestra Señora de Guadalupe por ser mi Madre y por estar siempre conmigo, a ella me consagro y en ella confío. Manifiesto mi profunda gratitud al Papa Francisco por elegirme para este servicio Episcopal en favor de la Iglesia, le renuevo mi total fidelidad, obediencia y comunión. Al Eminentísimo Sr. Cardenal don Norberto Rivera Carrera le expreso mi más profunda gratitud por ser co-consagrante principal y por su presencia hoy aquí.
Muchísimas gracias Eminencia.
También agradezco al Sr. Nuncio Apostólico en México Mons. Joseph Spiteri por estar aquí y por haber aceptado ser uno de los coconsagrantes principales, gracias también por la hermosa y edificante homilía que nos ha predicado. Excelencia, le suplico un favor, haga usted llegar al Santo Padre mi gratitud y mi fidelidad a su persona y a su Ministerio Petrino, y hágale saber también mi alegría por poder servir a la Iglesia en este Ministerio Episcopal.
Quiero hacer un agradecimiento muy especial al Excmo. Sr. Arzobispo de Puebla, Mons. Víctor Sánchez Espinosa quién desde hace muchos años ha sido una bendición para mi vida y ministerio sacerdotal. Muchas gracias Excelencia por su confianza al haberme 4 encargado servicios ministeriales en la arquidiócesis que me han dado la oportunidad de crecer como sacerdote y como persona, pero sobre todo muchísimas gracias por su amistad, por ser un verdadero padre y pastor. Que Dios le retribuya en bendiciones todo el bien que me ha hecho y todo el bien que ha hecho a la Arquidiócesis. Gracias por su celo de autentico pastor que lo hace estar siempre cercano a todos no obstante su salud delicada. Le agradecemos y lo queremos.
A mis hermanos obispos aquí presentes, muchísimas gracias por estar acompañándome en este día tan importante para mí, su presencia me fortalece, me llena de esperanza y me alegra, gracias de todo corazón por haber venido, Puebla es su casa. Dirijo un sincero agradecimiento a las autoridades civiles de manera muy especial al Sr. Gobernador del estado de Puebla Lic. Sergio Salomón Céspedes Peregrina, que Dios le retribuya con abundancia de bendiciones todo su apoyo. De corazón, muchísimas gracias. Una de las encomiendas que he recibido del Sr. Arzobispo es acompañar los distintos procesos que tienen que ver con la formación sacerdotal, tanto inicial como permanente. A ustedes queridos sacerdotes agradezco su fraternidad, trabajo, dedicación, compromiso y testimonio de todos los días. Gracias por ser presencia de Dios en medio de la comunidad.
Ustedes son el corazón y las manos de Dios que acaricia y bendice a su pueblo y desde ahora mi tesoro más preciado. Quiero expresarles hoy que cuentan con este servidor y que para mí es un regalo de Dios poder acompañarlos en el camino. Quiero hacer mías sus penas y tristezas, así como sus alegrías y triunfos, no quiero que nada de lo que le pase a un solo sacerdote me sea indiferente. No se bajen de la cruz, porque solo así se puede llegar a la Resurrección. Pero es una cruz en la que estamos crucificados juntos. Atrevidamente parafraseo a San Agustín, “para ustedes soy Obispo, con ustedes soy hermano”. Una mención muy especial merece mi querido Seminario Palafoxiano donde he sido formado, primero como alumno y después en las aulas como profesor y formador. En la persona del P. Rector Dr. Marco Antonio González Bañuelos agradezco a todos. Agradezco también con gran cariño a la comunidad de religiosas pasionistas que con tanto cariño, dedicación y esmero contribuyen en una tarea tan importante en el seminario, que Dios les pague queridas hermanas. Gracias a toda la vida Religiosa, a las distintas comunidades tanto femeninas como masculinas, de vida contemplativa y de vida activa. Gracias por estar aquí celebrando juntos este acontecimiento eclesial. La fe es un regalo que Dios nos otorga gratuitamente y que, en la persona de mis padres, Francisco Martínez Bocarando y Josefina Castillo Vázquez, me fue transmitida desde mi más tierna edad. Queridos Papás muchas gracias por haberme dado la vida, por su testimonio de fe, su dedicación y cariño. Ustedes viven hoy en el corazón de Dios y desde ahí me escuchan, sigan pidiendo a Dios me conceda la Gracia de ser un eficaz instrumento suyo. A ti mamá agradezco tu testimonio de lo que significa amar a Dios y ser dócil a su voluntad, quiero imitarte.
A toda mi familia agradezco la oportunidad de formar parte de ella, gracias por enriquecerme al compartir conmigo los dones que cada uno tiene, de modo especial a ustedes hermanos Lore y Daniel, a mis sobrinos y cuñados, gracias porque siempre han estado y sé que siempre estarán orando por mí, acompañándome y apoyándome. Agradezco también a todas las comunidades donde el Señor me ha permitido servir. Pienso con particular cariño en mi querida parroquia de origen en mi natal Guadalupe Victoria y en la 6 queridísima comunidad de la parroquia de Guadalupe Volcanes desde donde Dios me ha llamado para darme todo lo que de Él he recibido en este hermoso ministerio sacerdotal. Mi corazón se llena de especial alegría cuando pienso en ustedes queridos hermanos del movimiento de cursillos de cristiandad, juntos hemos aprendido a vivir lo que significa que Cristo cuenta con nosotros y nosotros con su Gracia.
A todos gracias por todo y gracias por tanto. Dios me permita retribuirles todo el bien que me han hecho. Mi gratitud y reconocimiento a todas las personas que han colaborado en las distintas tareas que ha significado la preparación de esta ordenación, a todos muchísimas gracias, que Dios les colme con abundantes bendiciones. Queridos hermanos laicos, integrantes de los distintos movimientos de apostolado de la Arquidiócesis y todos quienes me escuchan, muchas gracias por estar aquí.
Hoy he sido ordenado Obispo para ustedes, para estar a su servicio, para predicarles el Evangelio, para orar por todos y trabajar para que la plenitud de la Santidad de Cristo sea una realidad en cada uno de ustedes.
Estoy dispuesto a realizar con alegría esta hermosa tarea de servirles, lo considero un gran regalo de Dios. Estoy a sus órdenes. Quiero pedirles un gran favor, caminemos juntos, sinodalmente, démonos la oportunidad de que la inmensa riqueza de lo mucho que hay de Dios en cada uno de nosotros se convierta en un regalo para los demás, en una oportunidad de transformación de historias y de posibilidades reales de plenitud y felicidad. La suma del esfuerzo de cada uno hará que nuestros ambientes sean cada vez mejores. Todos tenemos mucho que ofrecer en la construcción del mundo pensado por Dios para nosotros, vivamos de acuerdo a la dignidad que nos distingue, ser hijos de Dios. No permitamos que la cultura de la muerte y del descarte se convierta en algo normal, por el contrario, no nos cansemos de hacer el bien, no 7 nos ahorremos todo el bien que podemos hacer, convirtámonos en artesanos del bien y de la paz. Tampoco permitamos que nada nos robe la esperanza de que es posible un mundo mejor más parecido al proyecto que Dios pensó el día que nos pensó. ¡Que lo mucho que hay de Dios, en cada uno de nosotros, cada día se nos note más! Queridos hermanos, le pido al Señor me conceda la Gracia de ser un obispo santo para que pueda ser un santo obispo y que me otorgue los dones necesarios para llevarlos a todos a Él. Muchísimas gracias».