En su último mes de gobierno, el Ayuntamiento de Puebla, encabezado por Adán Domínguez, parece haber olvidado que los recursos públicos no son bolsa sin fondo. Durante septiembre, duplicaron su gasto habitual, pasando de un presupuesto «razonable» de 703 millones en agosto, a unos estratosféricos 1,491 millones de pesos, un incremento del 52%. ¿A dónde se fue todo ese dinero?
Aquí va un ejemplo ridículo: 2.7 millones en lápices y plumones, una compra digna de un estudiante que cuya tarea es colorear la muralla china.
Pero eso no es nada comparado con los 31 millones en uniformes… en un solo mes. Antes de septiembre, gastaron apenas 219 mil pesos en lo mismo. ¿Acaso Adan y Lalo iban a vestir a todo Puebla?
Lo peor: utilizaron más de 400 millones de pesos destinados a noviembre y diciembre. Un movimiento que huele a improvisación, descontrol, o simplemente, a un “¡pues ya no es nuestro problema!”
Mientras tanto, los aumentos ridículos continuaron: de 223 mil pesos a 666 mil en alimento canino y los materiales eléctricos de 3.4 millones a 18.9 millones.
Y aunque el gasto en medicinas bajó (¿por qué gastar en salud cuando se pueden comprar más lápices?), es claro que esta administración decidió salir por la puerta grande.
El desorden está claro, y no hay lápiz, por más caro que sea, que pueda esconder este mal manejo del presupuesto esto de acuerdo con los estados financieros correspondientes al mes de septiembre, datos que han trascendido en medios de comunicación poblanos y que están al alcance de todos en el portal de transparencia.
Este tipo de situaciones no es aislada. A nivel federal, estudios del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) muestran que durante los cierres de sexenios o mandatos, las compras públicas suelen incrementarse, muchas veces bajo condiciones cuestionables.
Por ejemplo, el IMCO ha identificado que adjudicaciones directas y falta de transparencia son problemas recurrentes en compras públicas, lo que genera preocupación sobre el uso eficiente de los recursos.