–Testimonio de Fray Luis de Granada sobre uno de tantos viernes Santos que celebró
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Este día la Iglesia católica celebra la muerte redentora de Cristo, una muerte de Cruz donde Jesús es llevado al matadero como cordero virginal, carga sobre sí todos los pecados de la humanidad y se ofrece al Padre como ofrenda única y para siempre para la salvación de las almas y del mundo entero.
La Iglesia heredera de Cristo salvador y de toda su enseñanza medita éste día en el Acto litúrgico de la tarde, en la Pasión de su Señor, intercede por la salvación del mundo, adora la Cruz y conmemora su propio nacimiento del costado abierto del Salvador (Cfr. Jn 19,34) .
En Viernes Santo celebramos la Pasión de Cristo, con una liturgia austera; no de luto, sino de llanto esperanzado. Con celebración o sin ella, hoy podemos meditar la Pasión del Señor, orar el dolor de la humanidad; adorar la cruz propia o de los más cercanos, y la comunión con Jesús.
Los oficios de Viernes Santo * La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía; la sagrada Comunión se distribuye a los fieles solamente durante la celebración de la Pasión del Señor; sin embargo, los enfermos que no puedan participar en dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día. * La celebración de la Pasión del Señor ha de tener lugar después del mediodía, cerca de las tres.
Por razones pastorales, puede elegirse otra hora más conveniente para que los fieles puedan reunirse más fácilmente: por ejemplo, desde el mediodía hasta el atardecer, pero nunca después de las nueve de la noche. * El altar debe estar desnudo completamente: sin cruz, ni candelabros, ni manteles. * En la ostensión de la Cruz ha de usarse una única cruz suficiente, grande y bella. Este rito ha de hacerse con el esplendor digno de la Gloria del misterio de nuestra salvación.
* Terminada la Comunión, el copón se lleva a un lugar preparado fuera de la iglesia, o, si lo exigen las circunstancias, se reserva en el sagrario. * Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz con cuatro candelabros.
Ha de disponerse en la iglesia un lugar adecuado para colocar allí la Cruz, a fin de que los fieles puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación. Hasta la Vigilia Pascual se hace genuflexión sencilla a la Cruz.
La Acción litúrgica transcurre en silencio y en contemplación. La celebración consta de las siguientes partes: 1. Rito de entrada: procesión en silencio y oración. 2.
Liturgia de la Palabra en la que se proclama especialmente la narración de la Pasión según el relato del evangelista San Juan y se ora solemnemente por todos. Las lecturas han de ser leídas por entero. La Pasión se canta o se proclama como el domingo de Ramos, sin cirios ni incienso, no se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro, pero se dice al final «Palabra del Señor». La colecta del día se destina a los Santos Lugares.
3. Adoración de la Cruz. La Cruz es signo del triunfo de la donación y del amor supremo de Jesús. 4. Rito de comunión. La comunión es configuración sacramental con Cristo, muerto y resucitado. 5. Rito de conclusión. Las oraciones finales recuerdan a la asamblea, comunidad de la cruz, que debe vivir lo que ha celebrado.
TESTIMONIO DEl DOMINICO FRAY LUIS DE GRANADA
En uno de los muchos viernes santos en los que Fray Luis de Granada predicó este evangelio, subió al púlpito y comenzó con estas palabras: «Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan».Y no pudo decir más. Una emoción incontenible se apoderó de él; sintió que la voz se le cortaba, estalló en sollozos… y con el rostro bañado en lágrimas se bajó del púlpito sin decir una palabra más.
Este testimonio de fe nos dice que estamos implicados en la Cruz de Cristo, que no es un mero dato de la historia, consignado en los evangelios, sino algo que nos concierne a todos y por ello tiene una profunda actualidad. Su cruz es nuestra cruz, su crucifixión es nuestra crucifixión.
¿Y la cruz de los demás?. Hoy podemos ver por televisión todas las miserias del mundo, pero sin compadecernos. El torrente de informaciones sobre la miseria nos ha endurecido y cerrado internamente, sin meternos en la piel del otro. Sólo se busca la propia felicidad. Pero ésta es inalcanzable cuando uno se obliga a pasar de largo frente al dolor, con información de Fray José Antonio Segovia O.P.
Real Convento de Santo Domingo de Scala Coeli.