Sin Secretos
Especial / Adela Ramírez
Existen distintos tipos de orgasmo y la magia comienza en el cerebro. Es en este órgano donde todo inicia para llevarnos hasta la llamada “muerte chiquita”, en realidad se sabe que el término hace referencia al periodo refractario que sucede al orgasmo. Ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de consciencia.
Nuestro cerebro, tiene una evolución de casi 4 mil millones de años. Es una máquina perfecta, que alberga a cerca de 86 mil millones de neuronas, cuando nacemos.
El cerebro humano tiene la capacidad de generar nuevas neuronas hasta la novena década de vida. Por ejemplo, el hipocampo puede producir entre 700 y 1 mil 500 nuevas neuronas cada día.
Sin embargo, el número de neuronas disminuye después de haber cumplido entre 35 y 38 años, etapa en la que comienza una muerte neuronal diaria que puede ir de 5 mil hasta 15 mil neuronas.
En una de sus múltiples ponencias Eduardo Calixto, médico cirujano y doctor en Neurociencias por la UNAM, quien realizó su posdoctorado en Fisiología Cerebral en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, explica que esta muerte neuronal aumenta si nos desvelamos, no comemos adecuadamente, tomamos alcohol y si no tenemos orgasmos frecuentes, podemos llegar a perder hasta 40 mil neuronas más diariamente.
Nuestro cerebro mantiene el 56% de los genes, lo que implica una velocidad de pensamiento maravillosa, podemos tener 48 pensamientos por minuto, 2 mil 880 en una hora y podemos tomar 2 mil 160 decisiones al día.
Contamos con estructuras cerebrales que se conectan en serie y en paralelo, lo cual genera que de “manera inteligente” no podemos hacer el amor, asegura el experto.
En estado de enamoramiento, actuamos de manera menos racional; por otra parte, no tenemos el sustrato para ser felices por más de 15 minutos, porque la dopamina también mata neuronas. Lo cual quiere decir que “el amor no es para siempre”, lo mejor es que el sexo sí.
Tenemos sexo cromosómico, gonadal, morfológico, social, cerebral y legal. Desde que nacemos somos seres sexuales.
Es preciso reconocer que nuestro cerebro tiene cambios al estar con una pareja y también existe un cambio neuroquímico.
Cuando el cerebro está enamorado se activan 29 áreas cerebrales, difícilmente otra actividad mueve tantas áreas, sin embargo, al mantener un orgasmo 32 áreas cerebrales se activan.
El hombre puede mantener un orgasmo de 5 segundos y tiene 17 minutos refractarios, en tanto, una mujer pude tener 23 orgasmos coitales en una hora y tres tipos de orgasmos, activando las mismas áreas cerebrales de placer, dolor, recuerdo y planeación.
Mientras que el amor constituye una gran motivación, acompañado de una relación sexual, ocurren varias reacciones bioquímicas en el cuerpo humano y son fascinantes:
Cuando las personas se sienten atraídas y comienzan a tener intimidad, el cuerpo libera hormonas como la oxitocina y la dopamina. La oxitocina, a menudo llamada «hormona del amor», ayuda a crear un vínculo emocional, mientras que la dopamina está relacionada con el placer y la recompensa.
Durante la excitación sexual, hay un aumento en el flujo sanguíneo hacia los genitales. Esto se debe a la liberación de óxido nítrico, que ayuda a relajar los vasos sanguíneos y permite que más sangre fluya hacia esas áreas.
A medida que la excitación aumenta, también lo hacen la frecuencia cardíaca y la respiración, como respuesta al placer y a la actividad física.
En las mujeres, la excitación sexual provoca la producción de lubricación vaginal, mientras que, en los hombres, se produce líquido preeyaculatorio, fluidos importantes para facilitar la relación sexual.
Se liberan endorfinas que generan sensaciones de bienestar y felicidad.
La relajación postcoital, en parte debido a la liberación de hormonas como la prolactina, induce una sensación de satisfacción y calma.
El sexo, no solo tiene una dimensión física, sino también un fuerte componente psicológico y emocional que puede influir positivamente en la salud mental.
Durante una relación sexual, se reduce el cortisol, la hormona del estrés. Muy positivo para personas con vidas agitadas o que enfrentan altos niveles de presión diaria.
La intimidad sexual nos permite sentirnos valorados y deseados, lo cual refuerza nuestra autoestima y autoconfianza. Sentirse apreciado físicamente puede ayudar a mejorar la autoimagen.
Como resultado de la liberación de dopamina, se pueden reducir síntomas de ansiedad y depresión, lo que fomenta una perspectiva más positiva en la vida cotidiana.
La actividad sexual también implica un estímulo para el cerebro, pues lo mantiene activo y puede tener efectos positivos sobre la memoria y el estado mental, especialmente con el tiempo.
Además de disminuir la presión arterial, fortalecer el sistema inmunológico, aliviar el estrés, quemar calorías e incluso mejorar la calidad del sueño, gozar de una vida sexual activa nos permite sentir y hacer sentir emociones, conectar con otra persona, a través de distintas reacciones bioquímicas y es un placer que, sin importar el sexo, la talla o la edad definitivamente no podemos perdernos.