Hasta el último instante de su vida se ofreció por la salvación de los sacerdotes.
Fotos: J. Antonio Cuéllar
DiariosinSecretos.com / Angélica García Muñoz
La Casa Reliquia del Museo de Linda Vista, en San Angel, de la Ciudad de México, donde la Beata Concepción Cabrera, murió a las 0.20 de la mañana del 3 de Marzo de 1937, guarda al interior de sus muros un invaluable encuentro con ésta alma, que hasta en los últimos instantes de su vida hizo un supremo sacrificio ofreciendo todo por la salvación de los sacerdotes, animada por su último director espiritual Excmo. Luis María Martínez, quien no se separó de su lecho moribundo, acaso descansaba en un cuarto contiguo de aquella casona testigo de esta víctima de la fe.
Así narra el último día del martirio y destierro de la Beata Concepción Cabrera, el Padre J.Guadalupe Treviño, Misionero del Espíritu Santo, y cómo se fue apagando la existencia de esta ejemplar mujer que a su sombra florecieron las Obras de la Cruz.
Todo comenzó aquel 2 de Marzo de 1937: El agotamiento de Conchita como cariñosamente se le llama, era tal que la mantenía en una semiconciencia alarmante, su estado de salud era extremo y se la pasó entre el temor y la esperanza. A las 7 p.m. tuvo un síncope y pareció que había llegado el último momento de su vida.
El Excmo. Sr. Martínez leyó las preces de los agonizantes, acompañado del Reverendo Padre Felix de Jesús Rougier, del M.R. P. Edmundo Iturbide, y de algunas Religiosas de la Cruz y de su atribulada familia.
La duela donde quedó impresa la sangre de Concepción Cabrera
El sagrario donde se guarda la Hostia Consagrada
El testamento de Concepción Cabrera
La Cruz del Apostolado
Pero no fue ese el momento final, pasado el síncope parecía que no había peligro inmediato y a las 11 p.m casi todos se retiraron, quedándose con la enfermera algunas Religiosas de la Cruz y personas de su familia, y en la pieza contigua, un Misionero del Espíritu Santo, sus hermanos y sus hijos.
Parecía más tranquila, aunque en un sufrimiento indecible . Se trató de dejarla reposar algunos momentos, Estaba sentada en su lecho. Con las cabeza profundamente inclinada .
De pronto una de las religiosas se inclinó para verle el semblante y, al ver su rostro moribundo avisó al Excmo. Sr. Martínez que descansaba en un aposento de la misma casa, y a todos los demás.
Luego del supremo esfuerzo de ofrecer su vida por los sacerdotes, el semblante de Conchita se fue afilando, era la viva imagen de Jesús Crucificado….. Así entregó su alma al Dios que había amado tanto, narra el Padre Treviño.
Desde que se extendió la noticia de su muerte, el Padre Treviño, explicó que se formó una especie de piadosa romería, acudiendo numerosas personas a visitar y venerar sus despojos, tocando, primero sus manos y después su ataúd, rosarios, crucifijos, medallas y estampas.
Toda ella respiraba paz y veneración, el mismo Cielo de marzo, terso y azul, parecía invitar al consuelo, a la calma, a la oración, reflejando el abismo de gozo y de paz en que se encontraba sumergida esa alma privilegiada.
Al sepelio pese a que ella pidió no se admitieran arreglos florales, sólo se recibió uno de azucenas, que se colocó al pie del ataúd como señal de pureza que ella vino a traer a la tierra. Su entierro fue al otro día – el 4 de marzo- pero al partir el cortejo fúnebre ya había desaparecido todas las azucenas, pues la gente quizo tomar aunque sea un tallo como reliquia., hasta aquí termina el relato del padre Treviño.
Al pasar el umbral de la puerta de la casa reliquia de Altavista que ahora es habitado por las Religiosas de la Cruz, se respira el aroma de las azucenas, en los jardines árboles algunos árboles añejos , tal vez fieles testigos del devenir de aquella alma cuyos ojos de un azul profundo siempre miraban al Cielo.
Destacan, la habitación donde murió, Concepción Cabrera, el cual permanece casi intacto, y donde se ha colocado la custodia con la sagrada Eucaristía, y en uno de los muros de encuentra el manuscrito de su testamento espiritual y un enorme crucifijo con la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, y en medio de la sala, una mesa redonda donde se aprecia la sangre derramada de la beata protegida por un vidrio transparente.
Otro recinto sagrado es el oratorio que se encuentra en el sótano en donde Concepción Cabrera oraba de madrugada y acompañaba a la Sagrada Eucaristía que por dispensa eclesiástica permanecía en su casa.
Muebles de la recámara de Concepción Cabrera
Cuadro de la aparición de la Virgen de Guadalupe
En otras salas se pueden apreciar sus objetos personales, la colección de obras de arte con motivos religiosos, la imagen de la Virgen María de Guadalupe y sus apariciones a San Juan Diego, el Sagrado Corazón de Jesús, el Inmaculado Corazón de María , una réplica del Rostro de Jesús de la Sábana Santa, y pinturas de la Cruz del Apostolado, imágenes de Conchita, sus 9 hijos, sus padres, sus hermanos y sus principales directores espirituales adornan las paredes de las salas.
Se exhiben los silicios, corona de espina y la navaja y el rizador de cabello con que Concepción Cabrera se grabó en el pecho el dulce nombre de Jesús, y cuyo monograma JHS sirvió para hacer patente su pertenencia absoluta a nuestro Señor Jesucristo.
En extensas vitrinas de una sala se conservan manuscritos de Conchita y los libros que se han ido editando de su extensa obra , (46 Obras editadas y 26 obras inéditas).
Conchita, dejó un valioso legado de sesenta mil paginas manuscritas de obra religiosa, cuyo contenido son de gran profundidad teológica, a pesar de solo haber cursado hasta el tercer año de primaria, y de contar con escasa instrucción de maestros particulares.
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