¡Hola mis lectores! Hoy nos adentramos en el corazón político de Puebla, donde el gobernador Alejandro Armenta llamó canalla, cobarde al periodista Rodolfo Ruiz y pidió a la Fiscalía General del Estado actuar, respondiendo contundentemente a los señalamientos del comunicador Rodolfo Ruiz, un crítico que lleva tiempo en esa labor —mucho antes de la campaña—, como si trajera una consigna bajo el brazo. Este intercambio nos trae a la mente la lección del Caballo de Troya: un «regalo» que parece inofensivo pero que puede esconder intenciones desestabilizadoras. Así, entre descalificaciones y respuestas, se juega una partida que pone a prueba los valores del Humanismo Mexicano: verdad, justicia y dignidad.
Todo comenzó el 4 de abril de 2025, cuando Gaby «La Bonita» Sánchez defendió su título en una pelea que recaudó fondos para una Casa de Maternidad en Puebla, el proyecto que respira justicia social para mujeres vulnerables.
Sin embargo, Rodolfo Ruiz, director de e-consulta, lanzó un dardo: llamó al evento un «distractor», insinuando que Armenta lo usaba como cortina de humo. No es la primera vez que Ruiz apunta contra el gobernador; desde la precampaña y campaña, ha cuestionado cada paso de Armenta, como si tuviera un guión prescrito. Esta vez, su comentario no solo agitó las aguas. sino que tocó una fibra sensible al ofender a muchas mujeres que vieron en la pelea un símbolo de lucha y empoderamiento.
Aquí, aparece el eco del Caballo de Troya. En la mitología, los troyanos abrieron sus puertas a un «obsequio» que escondía enemigos. En Puebla, las críticas de Ruiz podrían ser ese «caballo» disfrazado de periodismo que busca minar un gobierno anclado en el humanismo mexicano, un ideal que pone la equidad y el bienestar colectivo en el centro. La Casa de Maternidad refleja esos valores: apoyo a quienes más lo necesitan. Cuando Rodolfo Ruiz la descalifica sin sustento sólido, no solo lastima a las beneficiarias, sino que desafía los principios de un liderazgo que prioriza la justicia.
Armenta, como gobernador, responde desde ese Humanismo Mexicano que exige verdad y equidad. Señaló que las palabras de Ruiz eran una forma de violencia de género al menospreciar el esfuerzo de la «Bonita» Sánchez y las mujeres detrás del proyecto. Y tiene razón: ningún servidor público está obligado a quedarse callado ante ataques que, viniendo desde hace tiempo, parecen más una embestida personal que un ejercicio periodístico responsable. Porque, vamos a ver, ¿quién juzga al periodista? Él se asume con el derecho de cuestionar todo y a todos, pero cuando alguien les responde o lo señala, grita que es un ataque a su libertad de expresión. La libertad es un bien preciado, sí, pero no un escudo para herir sin pruebas ni razón.
El historial de Ruiz como crítico constante de Armenta —desde antes de que asumiera el cargo— deja entrever algo más que un simple afán por la verdad. Descalificar un evento benéfico sin fundamentos claros no solo desinforma, sino que golpea a quienes dependen de esas causas la Casa de Maternidad y la Casa de Salud Mental para los niños y los adolescentes.
Frente a esto, Armenta no solo defiende su gestión, sino una visión de gobierno que apuesta por la dignidad humana con hechos concretos, no con palabras huecas.
¿Qué nos enseña este episodio? Que en Puebla, donde los adversarios acechan, Armenta debe gobernar con la astucia de un líder humanista: firme contra las descalificaciones infundadas, pero siempre con la verdad como estandarte y los proyectos sociales como prueba de su compromiso. Y el periodismo, amigos, debe recordar que su poder está en construir, no en derribar sin motivo. Porque en este ring, el ganador no es quien señala primero, sino quien defiende con resultados los valores de equidad y justicia que el Humanismo Mexicano enarbola.
¡No olviden!: en política, como en Troya, la vigilancia y los hechos son el mejor antídoto contra cualquier «caballo» que intente colarse.
Las palabras de Ruiz eran una forma de violencia de género al menospreciar el esfuerzo de Sánchez y mujeres detrás del proyecto.
Ningún servidor público está obligado a quedarse callado ante ataques que, viniendo desde hace tiempo, parecen más una embestida personal que un ejercicio periodístico responsable. Porque, vamos a ver, ¿quién juzga al periodista? Ruiz, se asume con el derecho de cuestionar todo y a todos, pero cuando alguien les responde o los señala, grita que es un ataque a su libertad de expresión. La libertad es un bien preciado, sí, pero no un escudo para herir sin pruebas ni razón.
Como para que escribir un tuit – en la red social- diciendo que a la boxeadora Gaby “La Bonita” Sánchez, solo se le utilizó como distractor de otros asuntos del Estado, cuando el evento tuvo un objetivo claro como recaudar fondos económicos para un fin bueno, para la Casa de la Maternidad.
El triunfo de Gaby “La Bonita” contra la “leona” sudafricana, es el resultado del esfuerzo de una mujer profesional del boxeo, y que es orgullo para los poblanos, entonces no se vale que en aras de una mal entendida libertad de expresión se le descalifique y se pisen sus derechos como mujer al mencionarle que fue mero distractor
