Libre Expresión / J. Antonio Cuellar
La mafia que tiene secuestrado al PAN poblano, encabezada por el exedil capitalino Eduardo Rivera Pérez, resolvió que el Consejo Estatal decidirá quién será el próximo dirigente, ignorando las voces de la militancia que pedía consulta abierta.
El Consejo Estatal impondrá a Felipe Velázquez, exedil de Atlixco y exfuncionario municipal, como el próximo dirigente estatal, la última decisión de Eduardo Rivera, luego de que su gerente Adán Domínguez, tendrá que responder a las observaciones que en su momento le haga el Organo de Fiscalización Superior del Estado, por su deficiente actuación al frente de la comuna capitalina, y dejó una deuda superior a los 680 millones de pesos y señalamientos de corrupción.
Tampoco será Eduardo Rivera Pérez, quien renunció a tal aspiración. La razón, con engaños se logró colar a la campaña de Jorge Romero, que busca ser dirigente nacional del partido, y este domingo podría ser electo, en un proceso abierto, de consulta a la militancia, contrario a lo que sucede en Puebla, en donde el partido local, ha decidido imponer candidato.
La ambición de Eduardo Rivera no tiene límite. Impuso a su esposa Liliana Ortiz, para que fuera candidata plurinominal, y sin hacer campaña aseguró la diputación federal; hizo acuerdos a espalda de la militancia con el PRI Y PRD, y aceptó candidatos, algunos con mala reputación y hasta con nexos con la delincuencia.
Tras su derrota electoral, se atrincheró en el PAN, para asegurar mantener el control del partido, y con el apoyo de Augusta Valentina Díaz de Rivera – la actual dirigente estatal, realizar una campaña de bajo perfil para coaccionar a los comités municipales a firmar para que sea el Consejo Estatal, el que imponga a su próximo presidente.
A su vez, emprendió una campaña para denostar a todo aquel que se atreviera a alzar la mano para dirigir al partido local.
16 años cuestionándolo todo, investigación y crítica política sin censura.