Los trabajos de salvamento en la ruta del Tren Maya arrojó un nuevo descubrimiento: una canoa que podría tener 1200 años de antigüedad.
El Tren Maya y los hallazgos arqueológicos
Durante los trabajos de amortiguamiento del área de vía, se encontró una zona denominada como San Andrés por el equipo arqueológico. El lugar alberga tres cuerpos de agua: un cenote, un pozo y una rejoyada, de manera que las y los expertos de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH acudieron para su exploración y registro.
“Lo interesante –comenta la responsable de la Oficina Península de Yucatán de la SAS, Helena Barba Meinecke,– fue que mientras hacíamos una pausa para descompresión en el cenote, necesaria cuando se bucea a más de 20 metros de profundidad y se rebasa cierto tiempo definido en las tablas de buceo, noté que cinco metros debajo del nivel actual del agua había una impronta oscura en la pared de piedra, la cual tenía de entre 60 a 90 centímetros, e indicaba el antiguo nivel del agua”.
Fue justo a la altura de la marca del antiguo nivel del agua que se encontró una cueva en la que había una pieza de madera, misma que al ser inspeccionada mostró cortes simétricos y resulto ser una canoa sin bordes tipo plataforma. De acuerdo con el comunicado del INAH, “con 1.60 metros de eslora (largo), 80 centímetros de manga (ancho) y 40 centímetros de puntal (alto), la pequeña embarcación podría haberse empleado para la extracción de agua del cenote o para el depósito de ofrendas durante rituales.”
Una canoa única en su tipo
La relevancia del hallazgo yace en que la canoa es la primera en su tipo que se encuentra en el área maya con ese nivel de conservación y completa. No obstante, también existen fragmentos de canoas similares en Quintana Roo, Guatemala y Belice.
Su antigüedad, señala la arqueóloga, ha sido inicialmente asociada al sitio de San Andrés, periférico a Chichén Itzá, cuya temporalidad está vinculada al periodo Clásico Terminal (830-950 d.C.). Sin embargo, aún se espera que se realice un estudio minucioso con el apoyo de la Universidad La Sorbona, de París, lo que permitirá conocer su data y la especie de árbol de la que se extrajo la madera.
Asimismo, se realizará un análisis del material de sedimentos que hay en la plataforma de la canoa con el objetivo de identificar s i hay elementos adicionales. También se realizará un estudio de fotogrametría para obtener un modelo 3D de la canoa, que ayude en su estudio y divulgación virtual y que facilite la creación de réplicas que puedan integrarse a museos de la región, como el Museo de Arqueología Subacuática, Fuerte de San José el Alto, de la ciudad de Campeche, inmueble del INAH que cuenta con la denominación de “Buenas Practicas” de la Convención de la UNESCO 2001, sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.
San Andrés, espacio ritual
Además de la canoa, en San Andrés se han localizado otras piezas arqueológicas como lo son una osamenta humana, cerámica y una pintura mural a la entrada del cenote.
Es evidente que esta es una zona donde se realizaron ceremonias, no solo por la cerámica fragmentada intencionalmente, sino también por los restos de carbón que indican su exposición al fuego y la manera en que colocaron piedras arriba de ellas para cubrirlas, ya que no son producto de derrumbes”. Los ritos, añade Helena Barba, se extendieron durante varios siglos como lo prueba la variedad y cronología de la cerámica.
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