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Opinión

Derecha golpista

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 Agustín Guerrero Castillo

Los dueños de México, los que detentaron el poder en las ultimas ocho décadas, los que hicieron del poder ejecutivo un comité a su servicio, del poder legislativo un instrumento a modo para construir un marco legal de acuerdo a sus intereses y del poder judicial una instancia que legalizara sus atracos, han llegado a la conclusión, después de dos derrotas aplastantes, que no podrán recuperar el poder perdido a través de las urnas.

Sus partidos, el PRI y el PAN, han entrado en fase terminal. Hace poco tiempo, en 2014, pensaban que todo el futuro era de ellos. Llevaron a la Constitución su visión llamada gobiernos de coalición, ajustaron las reglas electorales en su beneficio y se repartieron las autoridades electorales, consejeros y magistrados.

¿Y qué pasó? Que con sus reglas y con su arbitro perdieron dos veces. La primera en 2018,ante Andrés Manuel López Obrador, que nada más les metió 30 millones de votos. Pensaron que había sido algo circunstancial, un accidente del que podrían reponerse sin problemas en la próxima elección.  Lograron transitar ese sexenio porque siguieron controlando al Poder judicial, que realizó el trabajo de zapa para impedir que la Cuarta Transformación se consolidara.

La derrota del 2024 les arrebató su último bastión. 36 millones de votos por Claudia Sheinbaum y la mayoría calificada en el Congreso significó una losa muy pesada, insalvable. Con angustia vieron que sus esfuerzos por descarrilar la reforma judicial, la elección de ministros, magistrados y jueces, fue inútil. También confirmaron la inutilidad de los dirigentes de sus partidos. Alito Moreno terminó como sepulturero del PRI y Marco Cortés dejó sumido en una profunda crisis al PAN. Del PRD no hay que gastar tinta.

Otra parte de esa derecha, intentó construir otra opción, un nuevo partido. Sin embargo, a poco menos de dos meses para concluir ese proceso, es evidente que no logrará cumplir con los requisitos legales. Sin un nuevo instrumento electoral y con dos partidos sumidos en el descredito y sin capacidad de remontar, los dueños del dinero, decidieron poner en marcha otro plan: hacerse del poder no por la vía constitucional, sino a través de un golpe de estado.

Un primer objetivo es desarrollar una estrategia para desestabilizar al gobierno legal y legítimo de la presidenta Claudia Sheinbaum. A través de varios ejes narrativos, quieren imponen en el imaginario social, que en México se vive una dictadura. Que en México no se respetan los derechos humanos y las libertades democráticas. Que en México opera la censura contra los medios de comunicación y que no se respeta la libertad de expresión. Que México es un narco estado y que el gobierno este amafiado con el crimen organizado. Todo ello, sin presentar una sola prueba, un solo argumento que compruebe su dicho. Como los nazis, piensan que repetir una mentira mil veces, la convierte en verdad.

¿Cómo operan? Con mucho dinero. Dos son los rostros visibles de esta lanzada. Claudio X. González y Ricardo Salinas Pliego. No son solo ellos, pero ellos han asumido públicamente la cruzada contra la 4T. Han montado una campaña de desinformación, descalificación y calumnias contra la presidenta, a través de las redes, con influencers y “jilgueros” a su servicio en diversos medios de comunicación.

En ese contexto, aprovecharon el lamentable asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo y la legitima irritación que ese hecho causó, para alimentar la marcha del 15 de noviembre, supuestamente convocada por la generación Z. Durante una semana, se dedicaron a inflar el tema. El periodista Salvador Frausto, de Milenio, documento que atrás de la convocatoria había por lo menos 8 millones de “bots”.

Lo ocurrido el sábado pasado no fue un acto de rebeldía espontanea de los jóvenes de la generación Z. Sino un laboratorio sociológico para crear las condiciones de un golpe blando. Usaron la marcha, tanto la de la Ciudad de México como la de Puebla, para infiltrarse y provocar violencia. Con grupos de vándalos bien pertrechados fueron directamente a las sedes de gobierno, Palacio Nacional y Casa Aguayo. Fueron a agredir y a provocar a los policías. No solo buscaban imágenes que mostraran que eran victimas de una agresión, sino lo más delicado, buscaban que hubiera un muerto, como lo ha denunciado el gobernador Alejandro Armenta.

La jugada no les salió, pero eso no significa que van a desistir. Por el contrario, ya mostraron su interés y de lo que son capaces. Por eso hoy más que nunca es importante manifestar el respaldo a la presidenta Claudia Sheinbaum y lo que ella encarna, el régimen democrático y legitimo del país. Lo hemos hecho antes y lo volveremos hacer, movilizarnos en las plazas públicas, informar al pueblo sobre la situación y, convocar con la mayor firmeza a defender el proyecto de la transformación que millones de mexicanos decidimos de manera libre y democrática.

La derecha golpista, No Pasará.

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