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Opinión de Angy Bravo

Gobernantes que sirvan, reclamo social; no más emperadores ni virreyes

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21 jornada  comunitarias a realizado Alejandro Armenta

La Opinión de Angy Bravo

 

Vicio arraigado en la clase política y gubernamental históricamente en nuestro querida Puebla y  México,  por los gobernantes en turno -Presidentes, gobernadores y alcaldes fue que llegaban al poder y actuaban como  emperadores o virreyes.

Lejos de servir y cumplir con las promesas hechas en campaña, se rodeaban del compadre o la comadre, de amigos, y gente solo interesada en hacer negocios en lugar de trabajar por la sociedad.

Lucraban con el cargo, haciendo jugosos negocios económicos o cometían actos de barbarie contra los ciudadanos. La ley era su escudo  y representaba en los hechos en garrote político.

Llama la atención que Alejandro Armenta, dijo en la comunidad de Cacaloxúchitl, Huaquechula, de la zona Mixteca: “El gobernador y los presidentes municipales, no deben actuar como emperadores ni virreyes. Somos iguales, gobernar implica trabajar con la gente, no por encima de ella”.

“La autoridad no se impone, sirve y acompaña, debido a que el gobierno y el pueblo tienen la misma dignidad”, expresó.

En lo que va de su gobierno, Armenta ha realizado 21 jornadas comunitarias, rescatando una práctica ancestral de los pueblos originarios, simboliza una forma de hacer gobierno basada en el respeto, la participación y la solidaridad. Esta visión respalda una administración humanista, con valores, principios y fundamentos éticos.

Lamentablemente son contados los alcaldes y alcaldesas que se han sumado a ésta acción

de manera solidaria.

Mientras Alejandro Armenta, llega a los municipios, y sin formalismos encabeza acciones de limpieza y mejoramiento social, y emprende obras, hay alcaldes que no ocultan su molestia al tener que sostener entre sus manos una escoba o una brocha de pintura. llegan solo a tomarse la foto del momento, sin despeinarse y lo peor engañan a la gente. Algunos están acostumbrados a las operaciones más empresariales o financieras, y que cayeron en desgracia económica y no tuvieron otra alternativa que meterse a la política para subsistir.

Otros, que no han tenido ni dinero ni posición social, cumplen con el dicho popular «el que no ha tenido y llega a tener, loco de gusto se quiere volver». De repente llegaron a ser alcaldes, y se comportan de manera extravagante o irracional.

El poblano de a pié – Juan Pueblo- ve con agrado que Alejandro Armenta, se  quite el saco y remangue las mangas de la camisa, se ponga el sombrero de palma, y sin formalismo emprenda la limpieza de zonas descuidadas y desatendidas por los alcaldes.

Hay políticos que se resisten al cambio, pero es una demanda sentida de la gente que se recobre la costumbre de hacer comunidad, y que todos sumemos en favor de nuestros municipios y del Estado.

Es tiempo de que los alcaldes tomen conciencia y afronten su responsabilidad, y se opongan las pilas de que es una obligación ética y moral que trabajen por el bien de la sociedad, en lugar de organizando reuniones y fiestas, donde el único objetivo sea hacer negocio o reelegirse.

 

 

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