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Ciudad del Vaticano.- Ante más de 25 mil almas reunidas en la Plaza de San Pedro, en la celebración del Domingo de Ramos, que recordó la entrada triunfal de Jesús a Jerusalem, el Papa Francisco encabezó el acto litúrgico, en donde se meditó acerca de la Pasión de Cristo.
Según el texto de la homilía que distribuyo por escrito la Santa Sede, el Papa reflexionó: «El Getsemaní constituye un punto de inflexión en sus relaciones. Antes lo seguían las multitudes, y estaba rodeado de sus discípulos, pero, a partir de ese momento, será maltratado. Quienes como Pedro habían dicho que darían la vida por Él, escaparán todos, dice la escritura, lo abandonaron y huyeron», dice el Papa en el texto.
«Más aún, en Getsemaní se consuma la traición del amigo, que se manifiesta de la manera más dolorosa con el beso de Judas. En aquella soledad, después de ser decepcionado por todos, se abre en el corazón de Jesús un abismo de dolor”.
«El texto dice que cayó en tierra, tambaleándose, como si le hubiera vencido un peso insoportable, es el pánico frente a la pasión, pero, también, es la pesadumbre de un sentimiento de fracaso, ya que ante el hombre tan voluble y fácil de frustrar surge una pregunta perturbadora, ¿y si todo este sacrificio fuera en vano?, ¿y si todo este amor no cambiase las cosas?», comenta Francisco.
«Los evangelios dicen que Jesús entró en una lucha, como si percibiese sobre sí el peso del pecado del mundo, la agonía del rechazo del hombre. ¿Cómo se puede explicar esto?, de un solo modo, el Señor atravesó este abismo de dolor, fracaso y miedo para compartir nuestra condición humana hasta el extremo, y así salvarnos, sin abandonarnos a nuestra suerte, sino viniendo a rescatarnos, precisamente, allí donde estábamos hundidos».
El Papa anima a mirar hacia la Resurrección. «Hoy se nos indica el camino para convertir nuestro Getsemaní en jardines de resurrección. Él, ante la pérdida de todo horizonte y significado, se aferró al Padre y a su voluntad. Cuando los sentimientos se rebelaban, se aferró a la experiencia decisiva, a la oración, en la noche más oscura le hizo sitio a esta luz», señala.
Francisco leyó una reflexión al término de la celebración, que sirvió a modo Angelus. En ella mostró su cercanía a una comunidad colombiana que ha sufrido recientemente el asesinato de dos personas, y rezó «por las víctimas del vil atentado terrorista en Moscú. Que el Señor los acoja en su paz y dé consuelo a sus familias».
«Pienso en la martirizada Ucrania, donde tantas personas se encuentran en gran necesidad debido a los ataques contra las estructuras. Están en riesgo de una catástrofe humanitaria. Por favor no se olviden de la martirizada Ucrania», comentó Francisco, quien pidió que «pensemos también en Gaza, que sufre tanto, y en tantos lugares de conflictos y guerras».
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